En su traducción (libérrima) de King Lear, la última de las grandes tragedias de Shakespeare, el poeta chileno Nicanor Parra, el mayor energúmeno que han visto los siglos recientes y, sin duda, verán los venideros, sobre todo ahora que muchos conciben la cultura como un misal woke en vez de como la fuente más fecunda que existe sobre la verdadera naturaleza humana, el viejo monarca que atraviesa el páramo que separa la luz de las sombras comienza hablando en plural mayestático –una prerrogativa de reyes y también de bufones– y termina transformado en un pordiosero. La fábula, que se inicia al modo de un cuento de hadas, condensa a partir de dos arquetipos –la encarnación del poder terrenal y el retrato de su decadencia– una metáfora biológica: a cada día que el sol emerge desde el horizonte le corresponde, sin excepción, su crepúsculo. Es una ley natural.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
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