Leonardo Boff, uno de los padres de la teología de la liberación, sostiene que el poder dentro de la Iglesia, heredera tácita de la estructura cesarista romana, está basado en una paradoja: desde hace siglos se presenta a sí misma como una organización divina pero está sumergida en un océano de males terrenales. Podríamos decir lo mismo del susanato que gobierna la República Indígena. Predica la bondad y la igualdad, pero practica la clasificación maniquea entre buenos y malos y disfruta del poder de absolver los pecados ajenos para disimular los propios. Tiene además facilidad para reproducirse. Y confunde la Andalucía real con la oficial. La primera casi siempre suele ser víctima de la segunda.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
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