Tomen asiento. Les va a hacer falta. Susana Díaz, la inminente líder del PSOE postsanchista, que ahora es un reino sin corona, sin cabeza, sin democracia, sin congreso a la vista y donde la sangre derramada por la conspiración todavía mana espesa desde las ventanas del palacio de Elsinor, ha dicho esta semana, tras oír que Sánchez está dispuesto a entregarse en los brazos de Podemos (de momento es un amor platónico; el contacto carnal vendrá después), que los socialistas no están para «personalismos». En realidad, no están para nada porque han desaparecido igual que un vulgar azucarillo en el café, diluidos entre los jacobinos que prometen guillotinas y cielos de amor arcoiris y la derecha abúlica de Rajoy (Mariano).
Los Aguafuertes de los lunes en Crónica Global.
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