Una de las leyes inmutables del cinismo político establece que la mejor manera de hacer algo inconfesable, sin que se note en exceso, es sancionar previamente una norma que simule impedirlo. Ese momento ha llegado. Las derechas reunidas de la Marisma han dado luz verde, algo más de un año después de alcanzar por carambola Il Quirinale, a un anteproyecto legislativo sobre urbanismo y ordenación territorial -que no son la misma cosa- que proclama buscar la «sostenibilidad» por la singular fórmula de convertir el urbanismo en una cuestión exclusivamente económica, regresando a 1998, cuando Aznar, con la coartada de abaratar la vivienda, determinó que España entera, salvo excepciones, podía ser urbanizada. El resultado de aquella lógica -a más suelo, pisos más baratos- fue la burbuja inmobiliaria que, con la inestimable ayuda de las cajas de ahorros andaluzas, en buena medida dirigidas por políticos socialistas, devino en financiera, provocando el mayor crackeconómico desde 1929.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
Deja una respuesta