El tsunami susánida, que iba a inundar los campos de la patria y a extender la marisma hasta rebasar la barrera (mental) de Despeñaperros, se ha quedado en una ola con más espuma que agua salada. Es una marea que choca violentamente contra la costa. Pero su impulso no basta para dar por terminada -antes de tiempo- la justa de estas primarias, que no se celebran precisamente entre delicadas damas y valerosos caballeros medievales. Tiene la forma de una victoria amarga porque no se presenta como la señal del cielo que debía convencer a la tribu. Algunos empiezan a preocuparse -en serio- por si al final sobreviene el milagro y el militante Sánchez, desahuciado por los dueños de esta democracia de los intermediarios, termina ganando a los pronósticos, a las portadas de ciertos periódicos y al deseo de los comisionistas. Si ocurre, el PSOE se habrá podemizado sin darse cuenta: las bases socialistas recuperarán para sí un partido secuestrado durante décadas por los hombres de honor.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
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