No lo describen con esta fórmula, pero en todas las altas capitanías políticas de la Marisma se siente el ciclo electoral que acaba de comenzar con el arranque de 2023 como una variante salvaje de la fiesta rave de La Peza (Granada), cuya población de hecho se cuadruplicó durante los más de cinco días (con sus respectivas noches) que duró la celebración, bautizada por sus organizadores como The Big Fucking Party. El evento ha sido ilegal, pero mayormente pacífico, aunque es dudoso que fuera saludable. Las elecciones del 28M son absolutamente legales, parece remoto que sean constructivas y su desenlace será ambivalente. Para unos pueden significar más laureles para la corona. Para otros, el final de un camino. En la primera situación se encuentra el Reverendísimo, que con la designación de su consejera de Fomento (Marifrán Carazo) muestra tal seguridad en su avance –una victoria tan rotunda como en junio tiene difícil pronóstico– que, siendo como es (conservador, antirreformista, un absoluto bienqueda), no le ha importado alimentar el fantasma, siempre inquietante para los posibles afectados, de la inevitable crisis de gobierno.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
Deja una respuesta