Vivimos en una época extraña. La literatura de ciencia-ficción se ha convertido en la crónica (naturalista) de la realidad. Imaginar el futuro como una distopía del presente es un ejercicio estéril. Ese porvenir, soñado como Apocalipsis, se ha instalado en nuestro calendario y, tras el 28M, manda en el Ayuntamiento de la Muy (Des)Leal y Muy (In)Noble Sevilla, capital de la Marisma, cuyo alcalde en prácticas –el Otro Sanz– acaba de cargarse el Festival de Cine Europeo. El regidor hispalense encarna bien lo que el borracho de la valleinclanesca taberna de Pica Lagartos (Hernando Colón 7, Palacio) llamaría un cráneo privilegiado. Una persona de gran inteligencia y que algún día llegará a ser importante (aunque no sepamos cuándo). Su mandato, que él siempre denomina legislatura, aunque no exista ningún concejal que sea legislador, comenzó poniéndole la alfombra roja a los Banditi di Tablada, prosiguió designando director de la Bienal de Flamenco al hijo (diletante) de un amigo, que a su vez se alivia en el abrevadero del Consejo Audiovisual, y estos días alcanza su cénit con la estocada al certamen sevillano, al que sucederá –no lo duden– una franquicia privata. So it goes.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.