La vida es un intervalo entre dos fechas: el día del nacimiento y la hora de la muerte. Entre ambas, todo es incierto y, por tanto, posible. Lo indudable -está profetizado en las Sagradas Escrituras y lo confirma la biología- es que venimos a este mundo para irnos. El resto es relativo. Podemos aplicar esta misma lógica (terrestre) a la política indígena: los socialistas, tras cuatro décadas de absolutismo, perdieron Troya un día aciago de diciembre, tras regir la República del Quirinale desde los años ochenta. Todos los imperios caen, pero así como el socialista se hundió debido al peronismo rociero, la principal lectura política que nos dejan la últimas elecciones generales del 28A es que lo del cambio (que no es tal) tiene pinta de ser un breve paréntesis en la historia de la Marisma, territorio acuático y, por lo general, estancado.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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