Uno de los actos más prosaicos, y al mismo tiempo más trascendentes, del ejercicio del poder en su versión terrenal es la designación de consejeros, asistentes, asesores y embajadores. Lo que desde tiempos del Medievo se conoce como la corte. En este caso, autonómica. El nuevo presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla (PP), se estrenó ayer lunes –el día que el psicólogo Cliff Arnall considera el más deprimente del año– en el Quirinale de San Telmo dando a conocer su Ejecutivo, del que sólo ha nombrado a la mitad más uno. El acto, al que el presidente fue vestido con una chaqueta marrón, color por el que parece sentir devoción, consistió en un anuncio a medias. Sus socios de Cs habían filtrado la identidad de sus consejeros días antes. Y, por si no hubiera quedado claro que ellos van a ir por libre, se reunieron además por separado –en el Parlamento de las Cinco Llagas– con Albert Rivera, escenificando una distancia que es perceptible desde el mismo día de la investidura.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.
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