«Cuando lleguemos al río, cruzaremos ese puente», solía decir Griñán (José Antonio) antes de ser condenado por los ERES, el escándalo que le obligó a dejar de forma abrupta el Quirinaleen manos de Su Peronísima, que tardó exactamente veinticuatro segundos en olvidarse de su mentor -dicen que tras recibir la magna herencia no se dignaba ni a recibirlo- y empezar a pensar que había llegado a San Telmo por sus méritos. Los socialistas, que en aquel momento eran todos peronistas rocieros, repetían la frase sin mesura, ignorando a su autor –Julio César, un dictador ajusticiado por sus propios patricios– y el momento exacto de pronunciarla –la Guerra de las Galias–. Les parecía una forma solemne de dilatar los acontecimientos políticos (sobre todo cuando éstos son problemáticos). Nadie, sin embargo, se preguntaba si tal paso del río implicaba una victoria o anunciaba una calamidad.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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