En una campaña electoral, que ya es el único calendario que rige la política en la Marisma, todo es posible. Hasta proponer, con inaudito entusiasmo, el retorno colectivo a las cavernas. Que el campo está de moda –en las ciudades– es uno de los espejismos del nuevo paradigma digital, que promete una felicidad con pantallas pero trae más precariedad, dualización social y la apoteosis absoluta de la ignorancia. Nuestros próceres, a falta de ideas, huérfanos de capacidad de gestión, han abrazado este catecismo de las utopías arcaicas con devoción. Fíjense en el Reverendísimo. Esta semana se alargó a Bruselas –en vuelo low-cost de Ryanair, no vaya a decir la leal oposición que es amigo de dispendios– para exigir a las autoridades europeas que enmienden el reparto de fondos europeos sancionado por la Moncloa. Il Presidentino se plantó en la capital de la UE con su sonrisa (moderada), un terno gris (¡viva la alegría!) y una indescriptible corbata como la que usan Zipi y Zape en los tebeos del gran Escobar. Parecía su caricatura, pero la agenda iba completamente en serio.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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