El gran Manuel González Fustegueras, que es uno de los mejores urbanistas de Andalucía, suele decir en broma, pero total- mente en serio, porque la verdadera serie- dad siempre es cómica, como escribió don Nicanor (Parra), que las vacaciones son una costumbre burguesa. De este principio irrebatible se infiere que nuestros próceres, sobre todo los que se intitulan de izquierdas (que lo sean ya es otra cosa), han asumido los principios de la otrora odiosa burguesía como si fueran los versículos sagrados del Evangelio: con la misma fe ciega de un converso. En honor a la verdad hay que decir que habitualmente ellos están en vacaciones permanentes: cobran por hacer política, sí, pero ésta es sólo una forma como otra cualquiera de vivir sin trabajar. Sus tareas no son nada fatigosas: nombrar a los amiguillos de la pandilla, colocar a los miembros de la famiglia, inaugurar cosas, dar discursos (que escriben otros), hacerse fotos y vestir el cargo, como si el poder fuera una pasarela.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
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