Michel de Montaigne, el inventor del ensayo moderno, escribió que una familia es como una jaula: los pájaros que están fuera luchan por entrar; los que habitan dentro están desesperados por salir. La única excepción a esta regla son las famiglias políticas, cuyos vínculos no son los genes, sino los intereses primarios. Por eso todos quieren seguir dentro. Sobre todo si, como es el caso del PP de Sevilla, las nóminas públicas a repartir son menos que los aspirantes a tan envidiables canonjías. La escasez siempre ha sido la causa de las cruzadas más terribles. La pugna entre cospedalistas y arenistas -dos variantes de la misma tribu, hijos gemelos del mismo padre- se ha saldado en Sevilla con la victoria de los segundos por 24 votos de oro en una falsas primarias. Algunos han visto el cielo caer sobre sus cabezas, como diría Obélix.
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