En los sueños de la infancia, pesadillas de niñez agreste y asilvestrada, en la que los demás jugaban al fútbol y uno no conseguía enhebrar ninguna táctica, siempre hacía frío y era de noche. Son dos de los tópicos de la mejor literatura: un vicio de madrugadas llenas de música sucia, alcohol, contextos que no casan, una cueva mental donde refugiarse de la vida exterior. De noche todo era más puro: se escribía mejor, se maldecía mejor, se hacía arte sin testigos o se mataba con más dedicación, mientras que las mañanas sólo ofrecían un asiento –no siempre cómodo– para ver cómo los demás trataban de hacer sus negocios engañando al prójimo. Algunos le llamaban a eso prosperar. Todavía lo hacen. El prójimo también era uno, claro.
Archivo de diciembre 2015
Circo Máximo
Satán, a veces, viene disfrazado como un hombre de paz, canta Dylan en uno de los discos de su trilogía evangélica. Es el político que te pregunta por tu familia, te da recuerdos para tus hijos y te desea suerte para llegar a fin de mes. El mismo que votó la reforma laboral. Camus escribió que cuando recubrimos las desgracias con retórica es porque o éstas acaban de comenzar o es que ya han terminado. En el primer caso lo hacemos por costumbre; en el segundo, por no perder el hábito de seguir consolándonos con nuestras plegarias.
La Noria del sábado en El Mundo.
La fábula fundacional
La historia, según Aristóteles, cuenta lo que sucedió; la poesía, en cambio, canta lo que debía haber sucedido. La primera debe ser exacta; la segunda, verosímil. El relato de la autonomía de Andalucía, una narración con tintes evangélicos y aire decimonónico, degeneración tardía de la doctrina del espíritu de los pueblos de Herder, se escribió desde el comienzo con versículos sentimentales y más interés que rigor. Es un cuento para justificar el presente, no para fijar el pasado.
Las Crónicas Indígenas del lunes en El Mundo.
Literario y singular
Los grandes hombres son aquellos que cambian el rumbo de las cosas y dividen en dos a la historia. Al menos, eso dice cierta tradición historiográfica que acostumbra a mezclar la biografía de algunos con las crónicas de todos. O lo que es lo mismo: que prefiere contar la historia común a través de la vida de sólo unos pocos. Se trata de un error extendido y frecuente éste de analizar a los pueblos a partir de la vida de un único individuo. Suele dar resultados parciales, poco rigurosos en términos académicos, pero es mucho más simple y, muchas veces, más rentable desde el punto de vista estrictamente comercial. También resulta más atractivo para aquellos que son aficionados al convencimiento fácil.
Candidatos
Los políticos viven, y con frecuencia matan, por las listas electorales. Es su industria. Como cualquier negocio que quiera ser rentable, hay que gastar menos de lo que se ingresa. El dinero de las elecciones sale de nuestros bolsillos, así que siempre gana la banca. La democracia es el negocio de la élite patriótica igual que antes lo fue la dictadura. Sobre todo si se trata de una democracia formal, vigilada, donde las cosas están atadas, empezando por las candidaturas.
La Noria del sábado en El Mundo.