En la Marisma tenemos la costumbre (ancestral) de confundir lo particular con lo comunal. Pensamos que lo estrictamente privado es -o debería ser- público, que no es exactamente lo que pertenece a todos, sino la categoría funcional que asignamos a bienes supuestamente colectivos que administran, no siempre con acierto, las administraciones. El fenómeno, uno de los pilares secretos de la tradición indígena, es corriente en política, donde los gobernantes usan las instituciones como si fueran la extensión de su patrimonio personal o el mayorazgo de sus respectivas familias. Últimamente se ha trasladado al ámbito de la religiosidad popular -convertida así en un materialismo de incienso– y la cultura.
El Bestiarium en El Mundo.
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