“No hay de qué preocuparse, sólo se están cumpliendo mis órdenes”. La cita está extraída de Rubicón, el ensayo que el británico Tom Holland escribió en 2003 sobre el tránsito de Roma entre la república y el imperio, una suerte de destrucción creativa cuyo símbolo es el cruce de este famosísimo río por parte de Julio César, al que siguió la guerra entre las dos facciones del senado. Moría la democracia en Roma y nacía el primer totalitarismo global. Algo análogo puede decir esta semana Santiago Abascal, el líder de Vox, después de conseguir una larga serie de cesiones del bipartito (PP-Cs) que gobierna en Andalucía (con su apoyo) tras acceder a desatascar los presupuestos autonómicos. Los ultramontanos saborean sin disimulo los laureles de la victoria: tras amagar con el bloqueo total de la Junta, no abrieron la mano hasta que PP y Cs se comprometieran a interpretar una nueva sinfonía del cambio en el Sur.
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