El episodio tendría su punto indígena si tras la última EPA Sevilla no se estuviera desangrando por los cuatro costados. No es el caso. Al PP, ganador de las últimas elecciones autonómicas, le ha explotado un problema en el Ayuntamiento de Tomares, gobernado por el número dos de los populares en Andalucía, José Luis Sanz. Mejor dicho: el problema, que en principio se circunscribía al ámbito local, ha pasado a ser materia de política autonómica porque el regidor tomareño ha sido acusado de gastar fondos municipales en comidas, mariscos y puros por un concejal andalucista que hasta hace poco era su socio de gobierno en este municipio.
La Noria
La casa tomada
“Se puede vivir sin pensar”.
Julio Cortázar.
Al igual que en los espejos de los coches, en la vida existe un ángulo muerto. Un punto de fuga donde las perspectivas presentes desaparecen y la visión resulta un ejercicio completamente imposible. Es un espacio diminuto, pero puede convertirse en causa directa de un accidente mortal por la ceguera que sobreviene si su tamaño se torna excesivo. Un peligro similar amenaza a Sevilla, sólo que su particular ángulo muerto es la estampa que, entre todos, aunque unos más que otros, hemos construido para poder expresar nuestra identidad.
Palabra de Zoido
“Los que tienen almibarada la lengua, váyanse a lamer con ella la grandeza estúpida y doblen los goznes de sus rodillas donde la lisonja encuentre galardón”.
William Shakespeare. Hamlet.
Poner la voz, el talento (si lo hubiere) o la inteligencia al servicio de una causa, aunque ésta pueda ser equivocada, al contrario de lo que se dice en Sevilla, es un acto noble. Honrado. Sobre todo si el compromiso es voluntario y nace como consecuencia de la convicción, no del interés. En la vida, donde casi todas las guerras están perdidas de antemano, sólo puede aspirarse a hacer aquello que se crea correcto, sin preocuparse por lo que pensarán, dirán y harán aquellos que no compartan tu mismo punto de vista. Si uno sabe realmente quién es, también sabe el motivo por el cual hace determinadas cuestiones. Tal certeza no es un consuelo: no ayuda a triunfar, más bien al contrario, pero al menos funciona como un antídoto eficaz frente a la peor traición que existe, que es la que uno puede cometer contra sí mismo.
Historias del Tíber
Sevilla es una ciudad frentista. Antagónica. Dual. Llámenlo como quieran. El caso es que nos pasamos el tiempo, y eso que nuestras horas están contadas, discutiendo sobre a quién pertenece la ciudad, el centro, la Giralda y las energías. Nuestra concepción de la vida es patrimonialista, excluyente e imposible. Estos días de primavera vuelve a representarse el ritual de esta habitual lucha indígena –tan sevillana– que consiste en tirarse los trastos a la cabeza. Sucede con motivo de la decisión del Puerto de tramitar el polémico dragado del Guadalquivir este mismo mes.
El escrache: una aproximación
La palabra de moda en España es escrache. Un término de origen argentino con el que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca ha bautizado las singulares acciones directas con las que pretenden presionar a los políticos para que reformen la ley hipotecaria española, cuyo marco conceptual procede del siglo pasado y tiene la indudable virtud de destruir la vida de los deudores –incluso la de aquellos que tenían fe en el sistema– a cambio de salvar las cuentas de resultados de los bancos y los bonus de sus ejecutivos que, como sabemos, forman parte de una élite de contrastados beneficios sociales y cívicos. Un derroche de virtudes.