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Letra Global

Augurio & fatalidad de Notre Dame

carlosmarmol · 30 junio, 2019 · Deja un comentario

Las catedrales son, en términos simbólicos, la soberbia condensación en piedra de una época perdida por el transcurso de la historia. Puertas milagrosas hacia un tiempo mítico que nos precede. Cápsulas capaces de atesorar el pretérito junto a falsas reliquias, clavos oxidados de Cristo, sangre coagulada en rosarios de plata, hostias de trigo fino, biblias, exvotos y cálices dorados. El espacio de un viejo teatro -el de la vida vista como una ceremonia sagrada- con la inconfundible y característica forma de una cruz. Una catedral es una obra que dura siglos, un afán colectivo, un edificio milagroso donde se acumulan –en estratos sucesivos– los vivos y los muertos, los nombres ciertos y los apellidos imaginados, la chusma y los teólogos, los santos y los viciosos vulgares. Pura contradicción, contraste y sedimento. Nada de esto tiene que ver exactamente con la religión, aunque las catedrales fueran concebidas en su tiempo como artefactos perfectos de propaganda doctrinal, máquinas de emocionar pensadas para hacernos sentir el amor de Dios y, a continuación, mentirnos al mostrarnos un cielo ideal al que sabemos que no vamos a llegar nunca.

Las disidencias en #LetraGlobal.

Herralde integral

carlosmarmol · 23 junio, 2019 · 1 comentario

Existen, grosso modo, dos grandes tipos de editores: aquellos que leen y los que prefieren contar. No se trata de virtudes –o defectos– incompatibles. Muchos propietarios de editoriales hacen ambas cosas al mismo tiempo, aunque no siempre confiesen cuál de ambas actividades les quita más horas de sueño. Un editor que no lee puede convertirse en millonario –es el milagroso caso del sevillano José Manuel Lara Hernández, el astronauta de Planeta– si sabe vender muy bien y contar con rapidez. Ganarse el respeto de la crítica, conquistar a la inmensa minoría de las clases intelectuales de un país –pongamos que hablamos de España entre la dictadura y la partitocracia– y conseguir el prestigio internacional, preferentemente en ultramar, exige saber leer (a los otros) como nadie, intuir los deseos de los demás –ese arcano– y sostener con estilo esa ficción compartida que llamamos cultura.

Las Disidencias en #LetraGlobal.

Ferlosio, la estatura de la inteligencia

carlosmarmol · 16 junio, 2019 · Deja un comentario

“Ni siquiera los amigos deben ver a los ladrones cuando están en su guarida”. La frase, extraída de Alfanhuí, su primera novela, una fábula fantástica, el único libro de su obra que, con su modestia carpetovetónica, consideraba que realmente merecía el aprecio literario, al contrario que los demás, retrata bastante bien a este huraño ogro del barrio de la Prosperidad (Madrid), señor sombrío del verano en Coria (Cáceres), una infancia –lejanísima– en un palazzo destruido por el tiempo y el desencanto, y unos ancestros –el intelectual falangista Sánchez Mazas, superviviente casual de su propio fusilamiento; y Liliana Ferlosio, hija de un banquero del Vaticano–, que construyen, sumados, los elementos de una biografía atrabiliaria e imposible de repetir en estos tiempos llenos de simulacros. Rafael Sánchez Ferlosio fue –hasta ayer– un personaje irrepetible. Probablemente el mayor de los escritores del castellano peninsular. Un clásico indudable. El último de los niños de la guerra. Representante terminal de los escritores de nuestra gris posguerra de gasógeno y hambre. Y nombre señero de eso que durante un tiempo se llamó Generación del 50. Y quizás, junto a García Calvo, con quien compartió círculos de intereses y experimentos químicos, uno de los grandes cultivadores de la literatura de ideas, capaz de escribir con maestría en un español argumentativo, poblado por frases que funcionan como esqueletos de pescado.

Las Disidencias en #LetraGlobal.

Libertad se escribe con Ñ

carlosmarmol · 9 junio, 2019 · Deja un comentario

Últimamente existe la costumbre, que podríamos considerar patológica, de explicar(nos) el valor de las cosas en función de su potencialidad comercial y de su rendimiento económico. El dinero, valor supremo de las sociedades humanas, reduce a cifras contables lo que somos, que es básicamente aquello que pensamos y expresamos a través de la lengua, la arquitectura invisible de nuestra existencia. Esta semana ha comenzado en Córdoba (Argentina) el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española con el desfile de próceres y autoridades, y el azar ha querido que la noticia del insigne evento panhispánico coincida con el anuncio de un acuerdo institucional para que la Real Academia (RAE) reciba de las arcas públicas un rescate del Estado –“una solución estable”, según su director, Santiago Muñoz Machado, ilustre jurista– por valor de cinco millones de euros. La subvención, que no otra cosa es esta línea de crédito, suscita las dudas de si la institución que la recibe va a ser, como sucede en tantos otros ámbitos sociales, controlada o sometida por el poder político, que es quien administra (a su capricho) la hacienda común. Los jerarcas de la Academia lo niegan. Pero la duda es lícita. Y aún más: lo extraordinario es que en un país como España, donde hay españoles que cuestionan el uso mismo del español como idioma común, la segunda lengua del mundo desde el punto de vista fáctico, esta cuestión no esté aún resuelta.

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Día de la poesía, reivindicación de la prosa

carlosmarmol · 3 junio, 2019 · Deja un comentario

La Unesco, dentro de su calendario oficial de celebraciones planetarias, estableció en 1999, que es casi como decir anteayer, que el 21 de marzo debe ser el Día de la Poesía, esa diosa esquiva. Eligió para tan ilustre conmemoración el equinoccio de primavera, suponemos que por aquello de vincular el espíritu lírico con la estación que mejor simboliza el renacer de la vida, tras el otoño y el invierno, periodos del año relacionados con el crepúsculo. Como todas las efemérides, estén o no sustentadas en hechos históricos, se trata de una convención: es una manera de recordar que existen hechos culturales que merecen ser celebrados, lo cual no implica que sean asumidos de forma ciega. La poesía existe desde el origen de los tiempos como una forma de expresión humana que, en contra de lo que suele pensarse, no es artificial, sino absolutamente natural. Los primeros balbuceos de la civilización son poéticos en sentido estricto: una creación espontánea, no sujeta a reglas, que transmite sentimientos íntimos y, en ocasiones, logra algo tan difícil como emocionarnos. Nada que ver necesariamente con el ejercicio del verso –tradicionalmente considerado su vehículo esencial– ni con el arte de las combinaciones estróficas y las sílabas medidas.

Las Disidencias en #LetraGlobal.

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Ilustraciones: Daniel Rosell