A estas alturas de la película –un cuento de terror para sus protagonistas; una tragicomedia expuesta ante la atónita mirada de los espectadores– no podemos asegurar con seguridad si el guión de estos primeros cien días triunfales del gobierno frentista que (todavía) preside el Insomne Sánchez –con sus insignes señores del muro– incluye antes la autodestrucción de quienes se sientan, ufanos, en la cúspide del poder político en España o se le adelantará la escena de la disolución del PSOE tal y como lo habíamos conocido hasta ahora. El orden de los factores siempre es importante: altera el producto resultante y, en estrictos términos de composición narrativa, de su eficaz disposición depende que la peripecia de la novela devenga en una pieza solemne o mude en un grotesto. Entre Shakespeare y Rafael Azcona, en los asuntos ibéricos, siempre nos inclinamos por la segunda opción. Cuestión de tradición.
Los Aguafuertes en Crónica Global.