Un siglo después todo es igual y, al mismo tiempo, distinto. Manuel Chaves Nogales continúa fijando sus ojos en el infinito de la misma manera -mirada penetrante, ojos claros- que hace una centuria, cuando un 17 de octubre de 1917 dejaba atrás a la Sevilla pagada de sí misma, ese paraíso infernal, para buscar el aire fresco de la inteligencia lejos de los círculos endogámicos del Guadalquivir. Por delante tenía un brillante futuro y el aciago destino que incluiría una efímera república liberal, una cruenta guerra civil, dos exilios sucesivos en tierras extrañas y el infinito olvido de los cementerios, que en su caso duró cincuenta largos años. Más o menos hasta que llegó Maribel Cintas, filóloga, profesora de literatura de instituto y editora de su opera omnia, que esta mañana evocaba su vida secreta, una mezcla entre la biografía pública y la memoria íntima, en la primera conferencia del ciclo Letras en Sevilla de la Fundación Cajasol. Entre el auditorio estaban su hija, Pilar Chaves, y su nieto, Anthony.
Una crónica para elmundo.es.
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