De Patricia del Pozo (Sevilla, 1969) dicen sus hagiógrafos de incienso, tipos sobrecogedores de la industria de los requiebros, que en 1995 entró a trabajar en el PP sin padrinos y por una oferta de su departamento jurídico. Seguro que sí. Los reyes magos no son los padres: son los Magos de Oriente. El caso es que aquella joven –26 años, melena rubia, desparpajo ma non troppo, devotísima del arte del toreo, creyente sincera y con las infalibles habilidades sociales adquiridas en esa institución tan indígena que es la pandilla– fue contratada por el mismísimo Arenas (Javier), Il padre padrone de la derecha rociera. ¿Méritos? La elegida era aficionada a la peluquería profesional, las rumbitas de los viernes por la tarde -esa hora fatídica- y la sonrisa full. Estudiaba Derecho y había hecho algunos intercambios universitarios en Glasgow y Lieja, soñando con un futuro como funcionaria europea que nunca llegaría.
El Bestiarium en El Mundo.
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