Para un sevillano (sin entusiasmo), que durante dos años no se vaya a celebrar la Semana Santa ni tampoco la Feria no deja de ser una extraña bendición. Un alivio en este ancestral valle de pesadas lágrimas (costumbristas) que es la Marisma. Entiéndanos bien: por descontado, compadecemos a los damnificados por la noticia, de los que nos apiadamos y les enviamos un sentido pésame que pueden modular a su gusto. Entre ellos está el alcalde de la capital de Andalucía, Juan Espadas, Il Quietista, que en esta ocasión no ha exigido (como hizo antes de la primera ola) una llamada al más alto nivel de la OMS -Sevilla, el mejor cahíz de la Tierra (o quizás no tanto) no se merece menos (ni más)- para explicarle a Él (¿a quién iba a ser, si no?) en persona, sin embajadores ni intermediarios, aunque quizás sí con un traductor, los verdaderos motivos de esta alarma sanitaria, no vaya a ser que esto del coronavirus sea una gran patraña organizada por Soros y Bill Gates contra la carrera oficial, el negocio (yermo) de las sillitas y la alegría (relativa) de la primavera. En fin, lo nuestro.
El Bestiarium en El Mundo.
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