Los partidarios de la democracia representativa, que esencialmente son los que viven como reyes gracias al sistema de símbolos en el que se sustenta todo este circo, gozando de las ventajas de la intermediación política y sin padecer ninguno de sus riesgos ciertos, suelen defender que la participación civil -más allá de las elecciones- es uno de los sacrificios necesarios para dotar de credibilidad a esta forma de gobierno. Es cierto. Cada cierto tiempo hace falta que el personal crea la ficción de que su opinión es trascendente. Por eso, además de sacar las urnas cuando el jefe de la tribu desea, regularmente nos regalan los oídos con inventos para quepensemos que sin nosotros Sevilla no avanzaría. Suponiendo que avance.
La Noria del miércoles en elmundo.es.
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