“Nunca ha habido tantos pacifistas como ahora, cuando la gente se mata en todas las esquinas del planeta”. La frase es de Trotski, el ídolo caído de la Revolución Rusa, que sin él nunca hubiese triunfado y, justo por eso, fue pasado por las armas por sus compañeros de filas, en su caso muchos años después, en México, gracias al piolet sangriento de Ramón Mercader. La carrera política de Teresa Rodríguez (Rota, 1981), exlíder de Podemos en la Marisma y cabeza de la coalición (fallida) Adelante Andalucía, a la que en nuestras Crónicas Indígenas siempre hemos llamado la Violeta –por su defensa de los derechos de la mujer–, responde al guión histórico de la izquierda indígena: el cariñoso exterminio entre camaradas. Su expulsión, esta semana, del grupo parlamentario que presidía pone en crisis (de momento) un ascenso fulgurante que comenzó en la Plaza del Palillero de Cádiz con las concentraciones del 15M y terminó en las Cinque Piaghe, previo paso (efímero) por el Parlamento Europeo.
El Bestiarium en El Mundo.
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