La fe y la esperanza, elogiadas como virtudes en los evangelios, han gozado históricamente de un prestigio que a nosotros, de natural escépticos, nunca ha dejado de parecernos sino fruto de la desesperación humana. Quien se topa con una desgracia o padece una frustración íntima es natural que aspire a salir algún día -a ser posible, pronto- de tal estado de postración. Lo que ya no es de recibo es que además vaya por ahí dando la brasa al personal con ese misticismo, que más que teológico es antológico, que nos habla de las infinitas bondades de la democracia directa y nos insta a pensar siempre en positivo, que no es pensar, sino volverse ciego. La política indígena, que desde la creación de la autonomía consiste en aprovecharse de la ingenuidad (y la ambición) de la gente, es generosa en personajes así, que prometen lo que no pueden cumplir o garantizan aquello que no practican. Uno de ellos es Luis Ángel Hierro (Jimena de la Frontera, 1963), el tercer hombre de las primarias del PSOE.
El Bestiarium en El Mundo.
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