Que Manuel Pezzi Cereto (Nerja, 1947), inminente presidente del PSOE indígena que dirige Ferraz mediante un embajador interpuesto (el Ungido Espadas), sea geógrafo de formación parece una paradoja del destino. Según su trayectoria oficial, su especialidad es la morfología kárstica –la que estudia la erosión– de las cordilleras subbéticas, pero toda su sapiencia la ha consagrado a la política, su interminable mapa mudo. En el suyo no aparece el imperio austrohúngaro, pero casi. Pezzi lleva subido al carro de la vida pública desde antes de la Constitución. El año de la muerte de Franco –¿casualidad?– se afilió a la UGT y se convirtió en liberado sindical en Granada –su tierra de adopción– por el ramo de los enseñantes. Como otros docentes que lograron pasarse a la política, no volvió nevermore a coger una tiza: escaló raudo hasta la jefatura nazarí del partido y puso los ojos de su ambición en Sevilla, donde se le confió la fontanería orgánica. De diputado ha cobrado desde el año del Mundial de Fútbol en España: 1982.
El Bestiarium en El Mundo.
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