EN el maravilloso universo de cómic, una mitología vulgar como otra cualquiera, el Joker es el personaje que representa al mal absoluto. Creado por los dibujantes Bill Finger, Bob Kaney Jerry Robinson a comienzos de los años cuarenta -su estreno tiene lugar en las historietas de Batman, donde ejerce como antítesis del héroe oscuro de Gotham City-, bajo su aspecto, en apariencia cómico, se esconde una inquietante mezcla de ingenio maligno y crueldad que le convirtió muy pronto en un arquetipo cultural. Si en la República Indígenaexistiera un malo malísimo, pero al mismo tiempo suficientemente hábil para no darle nunca la espalda, su sosias, sin duda, sería Mario Jiménez (Moguer, 1971), virrey del PSOE de Huelva, otrora miembro de la troika que administró el poder del griñanismo y portavoz parlamentario del susanatohasta antes de la caída de Troya, que también fue la suya. O quizás no del todo.
El Bestiarium en El Mundo.
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