LA huida de Pablo Iglesias de la política tras las elecciones autonómicas de Madrid, en las que Unidas Podemos ha crecido en escaños pero no ha logrado esquivar el precipicio que consume a las organizaciones cesaristas cuando su caudillo se ahoga, cambia el poder por los focos del espectáculo televisivo o muere a manos de sus validos, va a dejar un sinfín de huérfanos de toda suerte y condición entre esa generación pseudoadolescente que aspiró a emular a los abuelos revolucionarios reescribiendo (con renglones torcidos) una viejísima historia que -dada su edad- no han podido vivir. Entre ellos está Martina Velarde Gómez (Rota, 1979), la dirigente del partido morado que el Pantocrátor Maximusdesignó como embajadora en la Marisma tras el divorcio (a muerte) con la Violeta Rodríguez (Teresa).
El Bestiarium en El Mundo.
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