No hay nada más divertido que exportar (al exterior, como reza el lenguaje oficial de la autonomía) a algunos de los personajes públicos de la Marisma para que todo el mundo descubra el talento que tenemos en la República Indígena. Eso es así. Ha ocurrido siempre. No es nuevo. Nada más pasar Despeñaperros -en dirección a Madrid- la amplificación mesetaria obra el milagro de que a otros les parezca deslumbrante lo que para nosotros es cuestión sabida. Véase el caso de Montero (María Iesu), ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, que se ha hecho famosa entre otras cosas (no cuesta nada ser piadosos) por su singular uso del lenguaje. Ella, orgullosa, argumenta que se expresa «en andaluz». El problema de esta afirmación es que el andaluz, en realidad, no existe ni ha existido nunca. Los indígenas, en todas sus acepciones, hablamos y escribimos en español. A nuestro aire, pero en castellano.
El Bestiarium en El Mundo.
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