Ha sido una conversión súbita. Similar a la que la Biblia adjudica a Pablo de Tarso justo después de caerse del caballo y antes convertirse en San Pablo. Sospechosa, por tanto. El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, sorprendió esta semana a los extraños –es de suponer que los propios estuvieran al tanto– con una declaración de corte ecologista con motivo del 50 aniversario del Parque de Doñana, una de las joyas ambientales de España. La proclama tenía un indudable aroma electoral –se vota el 10 de noviembre– y perseguía dar un golpe de efecto que diluyera las voces (crecientes) que hablan de un cierto estancamiento –en realidad es puro continuismo– en la gestión del tripartito andaluz.
Política
Excursión a Doñana
Que la realidad imita al arte, cosa que hemos escrito en alguna otra ocasión en estas crónicas, es un hecho indudable. Tanto que todos los días nos preguntamos si vivimos en el mundo real o inmersos en un chiste infinito. Sucedió el día histórico en el que la plana mayor (es un decir) del susanato, tras su reina coronada, fue a rendir pleitesía a Almonte, donde mora el símbolo cultural máximo del indigenismo meridional. La escena fue deliciosa: vimos a los jerarcas del socialismo meridional vestidos de corto y celebrando la dictadura ancestral de la tierra, que consiste en que unos están arriba y otros -los de siempre- bajo el agua. Poco después se obró otro milagro místico: Su Peronísima (reducta) se hizo una foto con el patriarca Felipe, Marisma al fondo, cual sfumato, antes de que todo se viniera abajo y Cartago se rindiera.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
La ‘tardodemocracia’
Una de las patologías –históricas– más recurrentes de la política española, salvo escasos paréntesis puntuales, es la obsesión de mirar hacia atrás. Al pretérito. En ocasiones se debe al eterno –e interesado– problema identitario, ese ritornello en forma de interrogación: ¿quiénes diablos somos? En otros casos es un pretexto útil para olvidarse de nuestro presente, imperfecto y desigual, amparándose en hechos sobre los que ahora vivimos no tuvimos jurisdicción alguna. El Gobierno en funciones de Sánchez I se dispone a desenterrar y trasladar al Pardo los restos de Franco, el último dictador de las Españas –porque sobre todas ellas ejerció su dominio sangriento, en connivencia directa con las élites territoriales del momento– del Valle de los Caídos, ese monumento totalitario, tan inútil como pretencioso.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
La concordia del presupuesto
Las campañas electorales hacen milagros. Consiguen que los ciegos vean y los cojos anden. Incluso toleran que algunos descubran el Mediterráneo, que es como decir (ahora) que el peronismo rociero se ha sostenido casi cuatro décadas gracias a una tupida red clientelar donde la ideología nunca fue un problema -más bien resultaba un estorbo- y todos los días sucedía el milagro de la concordia del presupuesto. Esto es: se beneficiaban del dinero público tanto las estirpes de derechas como las famiglias de las (supuestas) izquierdas. El cambio en la Marisma, entre otras cosas, consistiría en poner fin a este ecumenismo del interés que hace que fantoches que presumen de liberales pongan la mano -y alguna otra cosa más- mientras los representantes de la clase trabajadora ganan, gracias a las maravillas de la intermediación, tanto dinero como «para asar una vaca», como dijo Juan Lanzas, ese poeta del Jaén más hondo, muñidor del sistema de despidos subvencionados que fueron los ERE, cuya sentencia confiamos en que no se retrase más allá de octubre, como prometió Lorenzo del Río, el presidente del TSJA, que primero anunció esta fecha y ahora dice que será «lo antes posible».
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
La campaña imposible
En el amor y en la guerra (casi) todo vale. Si esta regla se extiende a la política, que es una forma de conflicto originado por el desamor mutuo, encontraremos un acertado diagnóstico del contexto en el que el PSOE está haciendo la campaña electoral del 10N en Andalucía. Si el Sur es el laboratorio de los fenómenos más estelares de la política española, el augurio de las urnas de noviembre no es precisamente favorable a Pedro Sánchez. Los inconvenientes ambientales no cesan. Se multiplican. En primer lugar, entre el electorado tradicional de los socialistas se percibe un hastío cósmico debido a una repetición electoral cuyo coste en votos es una absoluta incógnita. Parte de las huestes socialistas, incluidos los vietcongs, los más fieles de entre los fieles, pueden quedarse ese día en casa, como sucediera el 2D. Otros quizás ocupen la jornada electoral con el derby sevillano –el Betis-Sevilla–, que coincide con la nueva llamada a las urnas. Y hasta cabe la posibilidad de que otros, especialmente los votantes de izquierda más jóvenes, se decanten por opciones como Podemos o Más País.
