Josiah Warren, un músico bostoniano del siglo XIX, nacido en el seno de una familia burguesa, está considerado como el padre intelectual del comercio justo, que es aquel que se consuma mediante la libre voluntad de las partes en función de los costes reales de una mercancía. Es la primera forma conocida de economía cívica. Y una de las vías más pacíficas que existen para ejercer la libertad individual frente a los inevitables deseos de sometimiento ante los demás. Sobre todo en la Norteamérica más temprana, tierra generosa a la hora de suministrar muchas historias vitales de seres extraños, y en apariencia locos, capaces de renunciar a su origen para alcanzar el sueño de ser ellos mismos contra viento y marea.
Los efímeros sueldos de la patria
El dinero es el mejor novelista que existe: legisla pasiones, interpreta el mundo y explica la historia en virtud de una sucesión de canjes, deudas y transferencias. El saldo bancario es el suelo de la verdad. No hay más. Ante esta evidencia (humana) los principios se tambalean. Mucho más en los sitios donde sólo existen intereses. Es el caso del Parlamento de Andalucía. Esta semana la cámara discutió –y rechazó– una propuesta de Podemos, que han dejado de ser jacobinos para convertirse en separatistas de centro, para que los diputados justifiquen –con recibos– los complementos salariales que reciben en concepto de indemnizaciones que no son tales. Se formó la mundial. Y eso que Teresa Rodríguez, la ponente, lo explicó con un pedagógico video y una inocente pizarra. Los datos son vergonzosos. Especialmente en una región donde a los ‘susánidas’ no se les cae de la boca la igualdad que nunca practican.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
¿Y tú de qué director de la Bienal eres?
A Sevilla no ha llegado todavía el otoño, pero cualquiera diría que en términos culturales vivimos una floreciente primavera. Sí. Sobre todo para algunos. Como a pesar de nuestra leyenda -lo que oigan son insidias, queridos indígenas-, somos de naturaleza pacífica, e incluso piadosa, no entraremos -por ahora- en excesivos detalles. Hay tiempo. Sólo diremos, porque la verdad es la guía de nuestro oficio, que en el ámbito de la cultura municipal la cosa mejora por momentos. Cuando no nos habíamos repuesto aún del susto -truco o trato- por el agujero del millón de euros de facturas pendientes generado por los impagables Cerrejón & Cía, aconteció el ‘plagio Cañas’, que ha obrado el milagro de que la ‘videoartista’ nos dedique montajes ad hominem y poemas (esperamos que originales) en los que nos describe (de oídas) como apóstoles de la sevillanía, esa patología costumbrista. Se nota que está muy informada.
La Noria del miércoles en elmundo.es.
Su democracia, nuestro funeral
Contemplar en directo, aunque sea por streaming, el nacimiento de una nación, en este caso la supuesta república catalufa, es todo un acontecimiento. Pero tras ver el espectáculo no podemos decir que la función tuviera épica. Más bien hubo exceso de escabeche. Basta fijar in mente la foto del Govern en pleno, reunido como si hubiera declarado la guerra a sus compatriotas –sí, a sus compatriotas– bajo una lámpara de cristales Gran Imperio, entre maderas oscurísimas y con una iluminación decimonónica, por no decir infame. Si hubiera que juzgar desde el punto de vista estético esta proclamación bucanera, como la ha bautizado para la eternidad el diputat Coscubiela, que es nuestro héroe, la sentencia no sería piadosa. Claro que las historias patrióticas tienen por costumbre la ceguera selectiva: sólo ven lo que les conviene. Lo que les molesta –la oposición, la mayoría no nacionalista, las minorías, el periodismo decente– tratan de someterlo o, si el intento deviene en imposible, lo obvian.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
El escolástico impertinente
Una opinión que no se sustente en un argumento no vale nada. Es una de las grandes enseñanzas intelectuales de Gustavo Bueno, cuya muerte, hace ahora casi un año, coincidió con la extinción de la filosofía del bachillerato preconizada por la Lomce. Todo un símbolo: la educación obligatoria desechaba así siglos de pensamiento en beneficio de efímeras doctrinas pedagógicas. Bueno, padre del materialismo dialéctico, germen de la escuela de Oviedo, fue uno de esos filósofos obstinados y en apariencia antiguos cuya característica básica es la firme voluntad de articular un sistema integral de pensamiento crítico. Con sus virtudes y sus defectos. Esta actitud lo convirtió, paradójicamente, en un intelectual moderno: alguien capaz de pensar por sí mismo. Sin intermediarios. Sin condicionantes. Y sin miedo al juicio de la horda. Lo único que le importaba eran las razones basadas en hechos objetivos. Nada más.
