Escribir para las masas. O escribir para un público selecto, reducido y tontaina. La cuestión no es baladí. Si uno escribe para el gran mercado, si logra como adelanto alguno de los envidiables cheques editoriales, si gana premio tras premio y recibe ofertas para cambiar el oficio de escritor por el de tertuliano, la crítica te mirará con malos ojos. Si es que te mira. Calidad y cantidad no acostumbran a ir unidas, aunque en literatura tampoco hay que generalizar. Si, por el contrario, uno decide escribir para un auditorio mínimo, una cofradía de elegidos –sobre todo en lo que a la poesía se refiere– o para un grupo de amigos eruditos, la crítica, acaso, termine por alabarte, aunque el común de los mortales te mirará con cara de broma cuando a la pregunta de cuál es tu oficio respondas que escritor.
La pinza democrática
César o nada. La decisión de Susana Díaz de adelantar las elecciones andaluzas rompiendo el acuerdo de gobierno con IU, consumada la pasada semana, sitúa por primera vez a la jefa de los socialistas indígenas ante un abismo electoral que nunca antes había sido tan profundo.
Las Crónicas Indígenas del lunes en El Mundo.
La eterna canción
La discusión sobre las relaciones edípicas entre el cine y la literatura no acabará jamás. Hay que acostumbrarse. Cada equis tiempo saldrá alguien que se propondrá desentrañar el porqué de los eternos conflictos entre dos artes cuya única conexión es la sustancia narrativa, y cuyas divergencias son mucho más numerosas de lo que el común de los mortales piensa. Versan, casi siempre, sobre sus distintos lenguajes.
De vuelta al colegio
Los políticos sevillanos son poco originales. Cuando suenan las campanas electorales, que para unos tocan el tañido del Apocalipsis y para otros entonan la fina melodía de una ópera donde se ven como únicos protagonistas estelares -los tenores de todas las arias-, sus agendas se llenan de actos, visitas, discursos y encuentros en los que nos cuentan sus bondades, dicen que han hecho todo lo que está en sus manos por nosotros -dejándose la piel, por supuesto- y nos instan a confiar de nuevo en ellos con el argumento más peregrino.
La Noria del lunes en El Mundo.
La poesía boca arriba
“De tanto intentar abrazar las nubes/tengo los brazos quebrados” Charles Baudelaire
Celaya, el vasco de yunque dulce, el viejo que murió de forma lamentable hace no demasiados años, en la ruina, sumido en el desconsuelo, después de suplicar las limosnas que no merecía a la administración, que sólo le dio para morir en un hospital, ha pasado a la pequeña historia de la poesía española con la etiqueta, reduccionista e injusta, de poeta social. Sus libros no están casi en ningún sitio. No salen en los periódicos, ni siquiera por efemérides. Tampoco figuran en las colecciones de saldo ni han tenido la suerte de resucitar por efecto de la necrofilia comercial, a la que tan dados son algunos editores. [Leer más…] acerca de La poesía boca arriba
