“Entre la ideología y mi madre, me quedo con mi madre”. Esta sentencia, alejada del dogmatismo sonriente que se practica en estos tiempos, y que se expande incluso con mayor intensidad que en la época de las bufandas y las muchachas en flor marxistas, fue la que pronunció Camus el día en el que la izquierda oficial –la que presume de ser dogmáticamente de izquierdas– le recriminó su condición de convencido desertor de la causa soviética, que en los tiempos estelares del escritor francés todavía era paraíso y obligación para pertenecer a la secta de los elegidos.Cuentan que la frase no la dijo en realidad por una postura personal. Sencillamente fue un instrumento para expresar a través de un argumento íntimo una convicción pública: la ideología nunca es una madre.
Disidencias
Los almanaques amarillos
El tiempo, como dejó dicho en algún sitio Agustín de Hipona, es siempre algo más. Algo más que tiempo, quiero decir. Las horas, al menos así se me figura desde siempre, son un concepto disfrazado: una idea bajo la que cada uno cobijamos los asuntos que no sabemos bien cómo denominar, esa suerte de fogozanos repentinos. Así, cuando hablamos de los años tenemos la sensación de hablar de algo que se ha ido. De algo que no siempre ha sido bueno.
Anarquismos
Un escritor que se precie de serlo tiene alma de ácrata. O, al menos, debería tenerla. Por salud mental, mayormente. Por supervivencia, me atrevo a afirmar. Incluso por afinidad. Pocos consuelos quedan hoy para poder soportar la rutina de la vida moderna, donde todo es consumo, invento fugaz y café americano, que cierta actitud de acracia estética, anarquismo pseudoliterario, esa sana costumbre de mirar las cosas con cierta distancia y saber aplicar el grado exacto de desapasionamiento que necesitan las cosas.
Prosa retentum, venenum est
Vivir de escribir no es que sea un sacerdocio o un capricho. Es que es imposible, un puro milagro, un deseo nada pragmático en los tiempos que corren, que han corrido siempre. Sólo hay un método: la prostitución literaria. En ésas andamos: escribiendo artículos, reportajes, análisis, biografías, retratos, reseñas, cosas, lo que caiga, algo hay que hacer, coño, algo hay que hacer. Peor es quedarse quieto. Prosa retentum, venenum est. A veces la prosa surge como un metal noble ardiendo: líquida, fluida, cortante a ratos, con imperfecciones, pero propia, distinta, viva.
Desvarío y bendición
El esqueleto esencial de estas disidencias son los recuerdos. La memoria. A medida que van pasando los años es más selectiva y frágil, pero sigue contaminada por el vicio de la literatura, por lo que, a estas alturas del sendero, cabe dudar de que se sostengan solas, sin necesidad de un bastón. De ahí que cada cierto tiempo reincidan, como los delincuentes, en los libros de lance, los viejos libros antiguos que, sin ser medievales ni estrictamente clásicos, desaparecieron demasiado pronto de eso que los periodistas llamamos la actualidad.
