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Letra Global

El ‘método Echevarría’

carlosmarmol · 22 enero, 2022 · Deja un comentario

La crítica literaria, que es una forma de impertinencia intelectual como cualquier otra, se parece mucho a la experiencia de viajar: uno elige, muchas veces al azar, un destino; dibuja un itinerario; fabula con la deliciosa eufonía de un nombre o un lugar; organiza a su manera determinadas expectativas ficticias –¿qué otra cosa, si no, es la selección de un título o un autor?– y se predispone para la singladura con esa sensación contradictoria que oscila entre la prevención (necesaria) y el entusiasmo (contenido). No se tarda demasiado tiempo en descubrirlo: la mejor experiencia de cualquier desplazamiento –físico o mental– no reside en el arranque del camino (que sin duda tiene su encanto) ni tampoco en la estación término. El viaje es, sobre todo, el intermezzo. Un interludio secundario e inesperado, como suspendido, situado entre orillas distantes. Escribir sobre literatura, de igual manera, es una ocupación fugaz que nunca se despoja de la aspiración de permanencia que, al arribar a un sitio desconocido, sienten los viajeros devocionales.

Las Disidencias en Letra Global.

Una velada con Martin Amis

carlosmarmol · 15 enero, 2022 · Deja un comentario

No existe un pasatiempo más delicioso que leer a Martin Amis (Swansea, 1949) en estos tiempos (idiotas) de las nuevas masculinidades y las identidades líquidas, dos tendencias sobre las que una cofradía de bobos solemnes escribe obviedades con la vieja voluntad –¡ah, el pasado, ese muerto que siempre está sin enterrar– de épater le bourgeois, acaso para alcanzar por la vía rápida, que suele ser la del escándalo impostado, esa misma condición. Ya lo auguró Harold Bloom: las escuelas del resentimiento persiguen su éxito de forma análoga a los malos magos de las feria, agitando las marionetas de la inexistente bondad universal. Todo esto, por supuesto, ya lo descubrió la patafísica, ciencia paródicacuyo principio rector puede enunciarse así: la regla maestra del universo es la excepción a cualquier norma, lo que –visto despacio– no deja de ser una contradicción en términos. Creer que absolutamente todo es extraordinario equivale a sacralizar la paradoja de que nada lo sea. Algo nada extraño en un mundo donde los que se presentan como defensores de la diversidad son como familias de hermanos mellizos: mismos gustos, idéntico aspecto, análoga cerrazón mental.

Las Disidencias en Letra Global.

Dostoievski, una recapitulación

carlosmarmol · 8 enero, 2022 · Deja un comentario

“Quien se atreva a escupir a la muchedumbre se convertirá en su legislador”. Es una frase antigua que parece –y lo es– una descripción contemporánea. El pretérito no está muerto ni enterrado. Habita en el presente. El cadáver de Fiódor Mijáilovich Dostoievski (1821-1881) reposa desde hace más de un siglo bajo el busto que preside un túmulo, diseñado con la vana grandilocuencia decimonónica de la vieja Rusia finisecular, en el camposanto adyacente al monasterio Aleksandr Nevski, en la antigua Petrogrado. Horas antes de recibir sepultura, Ivan Kramskoy le hizo un dibujo ortodoxo donde se aprecia el último gesto, sereno, casi pacífico, que emergió justo después del tormento. Resume el cándido final de una vida infernal. El novelista de San Petersburgo –que nació en Moscú– aparece con los ojos cerrados, la tez blanca y su característica barba asilvestrada. Estrenando sin duelo el sueño infinito. Es una de las imágenes con las que ha pasado a la posteridad. Hoy, 140 años después de aquel último amanecer, otro retrato, el que le hizo Vasily Perov en 1872, cuelga como un afiche en las tiendas de muebles minimalistas, que la incluyen en sus catálogos con un filtro de color rojo sobre un fondo neutro. Semejante combinación traslada a quien la contempla un mensaje rotundo: “el muerto que veis goza de una indudable salud”. Es verdad: muchos de nuestros iguales tienen menos vida que este oscuro predicador de la condición humana. 

Las Disidencias en Letra Global.

Shakespeare ‘in fabula’

carlosmarmol · 2 enero, 2022 · Deja un comentario

Los muertos –disculpen ustedes la tristeza– nunca eligen el lugar en el que van a pasar la Eternidad. Cuando dictan sus últimas voluntades todavía están vivos, incluso si padecen esa condena (miserable) que es una agonía estéril y sin remedio. Pero tras este instante postrero  nadie puede preguntarles si desean cambiar de opinión y mudar el camposanto, o el horno donde se convertirán en cenizas blancas, por otro sitio. Al final, se impone la convención social: los vivos, que tenemos la última palabra, los instalamos invariablemente en cementerios inmobiliarios donde persisten las diferencias sociales –túmulo deluxe o nicho corriente– y, como si fuera una broma cruel del destino, deben convivir con sus iguales. No deja de ser grotesco: venimos al mundo solos y nos vamos de igual manera, pero entre medias, también después de que se cierre el último paréntesis de la ecuación, nos obligan a compartir nuestra presencia ausente con la de los demás. Una vieja fábula oriental, basada en la disolución del alma en el cosmos, sostiene que, en realidad, los vivos estamos muertos y son los difuntos quienes de verdad existen. Nacer incluye a su opuesto: lo que desde esta orilla de la Estigia llamamos desaparecer no sería más que una lacrimosa. Un paisaje visto desde un tren en marcha donde lo estable es el exterior en vez del interior.

Las Disidencias en Letra Global.

Arte del humor, maestría de la farsa

carlosmarmol · 26 diciembre, 2021 · Deja un comentario

La historia de la cultura, en cierto sentido, puede resumirse como un duelo entre la risa y la seriedad. El hombre, condenado de antemano por la certeza de la muerte, tiende a la trascendencia y, en ciertos casos, encuentra consuelo en las múltiples formas de la religión, pero del mismo modo –lo mismo que el verso y la prosa– convive con la risa, la carcajada, la mueca y el espanto. Todas son actitudes diferentes y, en el fondo, análogas. La Biblia atesora la palabra de Dios, pero, en el Antiguo Testamento, Jehová se ríe de los hombres, inconstantes pecadores, cuyas faltas deleitan malévolamente a su propio creador, el Ser Supremo de los hebreos. La práctica tiene algo de ancestral: la primera broma de la literatura aparece en un pasaje de la Ilíada de Homero: el Olimpo, igual que el auditorio de un teatro, comenta con ánimo zumbón la ridícula cojera de Hefesto, dios (menor) del fuego. El humor nos divierte. Pero también puede ser un puñal y el mensajero de una infinita de crueldad. O un acto de desprecio ante los males ajenos que, paradójicamente, son también los nuestros.

Las Disidencias en Letra Global.

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Ilustraciones: Daniel Rosell