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Letra Global

Los dioses de época de Valentí Puig

carlosmarmol · 31 julio, 2021 · Deja un comentario

Josep Pla, probablemente uno de los mejores escritores de periódicos que han visto los siglos pasados y verán los venideros –a estas alturas del tiempo ya podemos decirlo sin errar–, tiene un libro maravilloso entre su larga colección de asombros literarios que se titula Las horas. En su prólogo, firmado junto a la chimenea del Mas Pla en 1971, hace ahora casi medio siglo, una década antes de su muerte, escribe: “Este libro representa un calendario más o menos lírico, más o menos poético; pero, como el libro está escrito en prosa, nunca acaba de desprenderse de la realidad más terrestre (…) Lo he titulado Las horas porque es un título grave, adecuado y bonito (…) Aunque la presión del paso del tiempo es dolorosa y a veces insoportable, soy partidario de no eludirla, porque mi experiencia me lleva a creer que sólo quienes sienten ese dolor sordo –o agudo– aprovechan la vida, en el sentido más general del término, y aprovechan para tener alguna idea de sus maravillas”.

Es una definición perfecta del arte (tan incomprendido) de escribir dietarios, donde la memoria se entrelaza con los hechos, los recuerdos cohabitan, no siempre fielmente, con las sensaciones y, en el caso de los grandes memorialistas literarios, se hace verdad lo que escribió Machado (Antonio) en su Retrato: “Quien habla solo espera hablar a Dios un día”. Salvo para los creyentes, que confían en la trascendencia del alma y tienen resuelta de antemano la gran incógnita, el común de los mortales no contamos con otra deidad más a mano que nosotros mismos. Tal evidencia no expresa egotismo, sino sabiduría: el paso del tiempo y el tránsito de las hojas del calendario van reduciendo los encuentros, las sorpresas y las compañías. En eso consiste crecer. El argumento de ese cuento (de terror) que llamamos envejecer, cuyo único atenuante –remedio ya sabemos que no existe– pasa por aprender a convivir con el desconocido que habita en nuestro interior y encontrarle armonía a lo que decía Borges: “He observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos un instante en el paraíso”.

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El caleidoscopio del caciquismo

carlosmarmol · 25 julio, 2021 · Deja un comentario

La verdadera seriedad es cómica, escribió Nicanor Parra. La muerte es una asesina que sonríe. Y todas las vidas sin excepción –incluso las de ensueño– comienzan con sangre, sudor y llantos. Las cosas tienen su haz y su envés. Cara y reverso. La Historia, a la que algunos dan por muerta aunque con seguridad vaya a ser la invitada principal en su propio sepelio, puede resumirse con un caricatura. Los dramas mudan en chistes gracias a la magia infalible de la sátira. Acaso quienes mejor retrataron el siglo XIX español, junto a Galdós y Clarín, sean los ilustradores de la prensa burlesca. En 1868, cuando Isabel II fue destronada, comenzaron a llenar los diarios con su humor salvaje y corrosivo. Fue una etapa breve –seis años después, en 1874, los borbones volvían al trono y la fiesta terminaba– que, sin embargo, nos ha dejado imágenes exactas y crudas de la clase política ibérica. En los más de seiscientos diarios que entonces salían a la calle, cada uno haciendo la guerra por su cuenta, el arte bastardo de los caricaturistas inmortalizó, sin piedad y sin censura, a los próceres y los prohombres de un país que a finales de esa centuria perdería las últimas plazas de su imperio de Ultramar.

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Edgar Morin, filosofía e incertidumbre

carlosmarmol · 17 julio, 2021 · Deja un comentario

“Hay que evitar los 100 años. Es mejor cumplir directamente 101”. Con esta frase irónica, publicada en las redes sociales, donde tiene cuentas activas, Edgar Morin (1921), uno de los filósofos europeos más influyentes de su tiempo, saludaba el glorioso amanecer de su primer siglo. Considerado el padre del pensamiento complejo, el filósofo francés ha entrado y salido como una exhalación (casi siempre con acierto) en disciplinas tan variadas como la cultura, la sociología, la política, el cine, la ciencia o el arte. A su edad sabe que la muerte le acecha, pero también que su obra intelectual le sobrevivirá y, con el curso del tiempo, acaso termine siendo, dado el erial humanístico que necesita el capitalismo tecnológico para maximizar sus beneficios, una última roca a la que aferrarse frente a la tempestad de idiocia, sentimentalismo y vanidad asentada en la mayoría de las sociedades contemporáneas. “La ciencia progresa, pero la conciencia retrocede”, escribía este junio.

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Manual de filosofía contra idiotas

carlosmarmol · 10 julio, 2021 · Deja un comentario

La filosofía es un bálsamo ante las calamidades de la existencia. No las remedia por completo, pero sí contribuye a relativizarlas, aceptarlas y, en determinadas circunstancias, permite combatirlas con éxito. Siendo esto así extraña que en nuestros días, tan llenos de profetas y salvapatrias, los libros de pensamiento apenas si se vendan. Las estadísticas señalan que desde principios de este siglo el comercio de las obras que versan sobre filosofía ha descendido más de un 62%. Las secciones antes dedicadas al pensamiento filosófico en las librerías han ido menguando en favor de los discursos ideólogicos trendy: feminismo, pulsión política inmediata, baja espiritualidad simulada y ese género (piadoso) que se denomina autoayuda, probablemente porque leer, aunque sea una colección de consejos de saldo, hechos del acarreo del talento ajeno, siempre es mucho mejor que no hacerlo nunca. Resulta llamativo cómo la sociedad española, donde presentarse como filósofo todavía es una excentricidad, más incluso que declararse abiertamente poeta, ha ido mejorando su nivel de prosperidad material –hasta la crisis de 2008, cuando la dura realidad se interpuso frente a la ensoñación colectiva– mientras se desprendía de las herramientas intelectuales que permiten comprender de verdad lo que nos sucede, que es bastante más que aquello que nos ocurre. Precisamente por eso hay que saludar que pensadores como Josep Maria Esquirol (Sant Joan de Mediona, 1963) se dediquen –con ahínco– a la difícil tarea de llamar la atención de los demás con una filosofía de proximidad que no sólo es bella, sino que resulta útil. Fértil.

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La libertad, instrucciones (relativas) de uso

carlosmarmol · 13 junio, 2021 · Deja un comentario

La Historia de la Filosofía​ es como una cuerda. Rugosa por fuera y firme por dentro. Extensa, asombrosamente robusta y llena de nudos. Si uno intenta recorrerla intentando encontrar un bálsamo ante las incertidumbres de la existencia –las grandes preguntas, las inseguras respuestas– se topará con una inmensa decepción: una cordada puede salvarte la vida si caes desde la cima de una montaña, pero te quemará la piel con su violento roce, creando un surco de carne quemada en tu cuerpo que será la señal de tu segundo nacimiento. Éste es el impacto que provocan los grandes pensadores, que no son mayúsculos por sus estatuas, sino porque las enseñanzas y las dudas que transmiten en sus libros, la incertidumbre a cuyo amparo fueron creando su particular galería de certezas, son iguales a las tuyas. Cosas de todos. Un buen filósofo es un faro: identifica encrucijadas, construye conceptos que nos permiten entender el caos y caminar en la oscuridad y te ayuda a pisar sobre un terreno previamente hollado sin necesidad de replicarlo, a tu aire. Entre estos nombres insignes del cabotaje intelectual, sin duda, está Isaiah Berlin.

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Ilustraciones: Daniel Rosell