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Letra Global

Galdós, retrato de un semejante

carlosmarmol · 17 enero, 2021 · Deja un comentario

La vida de Galdós es una incógnita encerrada bajo siete llaves. Un inmenso secreto a la vista. Una elipsis. Su misterio, objeto de sendas biografíaspublicadas al calor del reciente centenario de su muerte –la primera, escrita por Francisco Cánovas Sánchez (Alianza); la segunda, obra de Yolanda Arencibia (Tusquets)–, reside en la paradójica combinación entre el arte de dosificar la intimidad personal y el contrapunto de una obra descomunal, que posee la virtud de retratar la España de su época a través de la ficción, mezclando el interés popular con un discreto sentido de la vanguardia –a la manera decimonónica– que malévolamente han pasado por alto buena parte de sus ilustres detractores. Una de las señales del éxito, aunque sea humilde, es la envidia (no correspondida). Galdós tenía muchos enemigos poderosos, entre todas las orillas culturales y políticas, no tanto por lo que fue (un señor consagrado a hacer su obra), sino por lo que escribió, capaz de irritar a los poderes fácticos de su tiempo hasta el punto de ser motivo de una conjura –exitosa– para que le denegaran el Premio Nobel. Todo ya esto se sabe, por supuesto. También se conoce la calamitosa situación económica que padeció en el ocaso de su vida como consecuencia de su ingenuidad como administrador de su propia carrera y el intento –fallido– de convertirse en editor de sí mismo para liberarse del mezquino (entonces y ahora) mercado editorial.

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La placenta del liberalismo

carlosmarmol · 10 enero, 2021 · Deja un comentario

El liberalismo, en contra de lo que sostiene la historiografía anglosajona y algunos eruditos a la violeta, es una invención inequívocamente española. Entre otras muchas razones porque su fortuna, precisamente en España, ha sido menor y más hostil que en otras partes del mundo. El liberalismo ibérico, cuyos antecedentes proceden de la herencia ideológica de los escolásticos de la Salamanca del Siglo de Oro, es una flor extraña y efímera en una nación que lleva siglos preguntándose qué es y cuya política está polarizada por esta falsa incógnita. La lógica de los opuestos, único argumento de nuestra vida pública, es la razón capital de que el liberalismo sea nuestra mayor innovación política. En un país de pasado estamental, dividido por la institución de los primitivos señoríos, eminentemente agrario, dominado por una aristocracia que consideraba vergonzoso el trabajo –los grandes señores se caracterizaban por vivir de las rentas (ajenas)– y un clero dogmático y oscurantista, parece no sólo pertinente, sino hasta un hecho natural que, en un instante dado de la Historia, germine una suerte de antítesis de esta tradición bajo la forma un liberalismo (relativo) que, no obstante, en su contexto enuncia la posibilidad de una España distinta y una Hispanidad diferente.

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T.S. Eliot, nuevas mitologías

carlosmarmol · 2 enero, 2021 · Deja un comentario

Sólo los escritores auténticamente grandes admiten interpretaciones y esa forma de fecundidad cultural que son las herejías literarias. El universo de desviaciones, controversias y traslaciones que acompaña a los mejores libros. Un texto clásico, sin embargo, nunca cambia; lo que varía con recurrencia es el significado concreto que cada generación –la suma de los distintos individuos que comparten un tiempo determinado– otorga a algunas obras. Signo inequívoco de este fenómeno es el viejo arte –tan sublime como escasamente valorado– de la traducción, que obra el prodigioso milagro de verter en una lengua ajena lo que –sobre todo si se trata de poesía– fue enunciado por vez primera en otra distinta, la auténtica. The Waste Land, el gran poema deT.S. Eliot, un norteamericano de estirpe aristocrática –en una nación sin nobles ni reyes– que decidió convertirse en un caballero monárquico anglicano británico, haciendo verdad el dicho que asegura que cada hombre es el autor de su propio destino, cuenta con una veintena de traducciones al español. De entre ellas hicieron escuela las rubricadas por José María Valverde, Claudio Rodríguez y, más recientemente, la de Andreu Jaume, a quien debemos la traslación para Lumen de la obra lírica de Eliot y una excelente antología –La aventura sin fin– de su abundante obra crítica, un corpus capital para poder entender sus creaciones, profundizar en sus influencias y saborear la impertinencia con la que logró condicionar la interpretación de la literatura en inglés de su tiempo.

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El arte de la minucia

carlosmarmol · 27 diciembre, 2020 · Deja un comentario

No existen los géneros menores, sino los escritores incapaces. Una de las maravillas de la buena literatura –especialmente la clásica– es encontrar en el seno de la tradición, con frecuencia desconocida, libros extraordinarios que, en vez de inmortalizar gestas épicas, contar dramas sublimes o reseñar instantes históricos, se fijan en aspectos banales o vulgares de nuestra existencia. En la vida en minúsculas, tal y como la conocemos de primera mano. No son obras inmortales, pero sí tratan cuestiones universales, porque en cualquier existencia abundan más los instantes prosaicos que las epopeyas. Algunos de estos libros secretos reflejan el espíritu de su época mejor que cualquier tratado de historia. En buena medida porque versan sobre cosas minúsculas pero imperecederas –como las relaciones de méritos en busca de merced, algo así como un precedente de la prosa lisonjera–, practican la infalible técnica de los elogios en cadena o entonan elegías en contra de la diosa Fortuna. En todas las vidas que han sido y serán acontecen anagnórisis (esos giros e inesperados desenlaces del destino, los instantes en los que un héroe se precipita al vacío) pero no todas gozan de la misma buena prensa. Depende del poeta que las cante o ennoblezca.

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La academia de los ‘coronaidiotas’

carlosmarmol · 19 diciembre, 2020 · Deja un comentario

Bob Dylan, inquilino único de nuestro santoral, escribe en It´s not dark yet, probablemente la mejor de sus canciones crepusculares: “He estado en el fondo de un mundo lleno de mentiras / Ya no busco nada en los ojos de nadie”. Como el único género benéfico de falsedades que existe son las fábulas, los grandes escritores construyen con ellas una realidad que nunca lo es del todo y, sin embargo, termina convirtiéndose en exacta, sobre todo cuando acontece ese raro milagro del asombro que consiste en que una perfecta impostura verbal refleje el espíritu de una época mejor que cualquier libro de historia –incluso si está escrito por un inglés– o que un tratado sustentado en hechos (supuestamente) documentados. Las novelas, en efecto, mienten desde el principio. En esto radica su fascinación. Al mismo tiempo son indudablemente ciertas. Algo similar sucede con los personajes literarios: no son ni de carne ni de hueso, sólo simulacros, pero esta naturaleza vaporosa no impide que se parezcan con frecuencia a nosotros.

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Ilustraciones: Daniel Rosell