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Literatura

Francesco Petrarca, confesiones detrás de una máscara

carlosmarmol · 24 noviembre, 2023 ·

Las súbitas sacudidas de la Tierra, antes de mudar en terremotos, comienzan con un leve temblor y una grieta. “Así es” –escribe Leonard Cohen en Anthen– “como entra la luz”. Algo análogo sucede con el tránsito entre las literaturas antiguas y las modernas. Hasta el Romanticismo, todo es retórica; después, la cosa depende ya de cada caso. Esta frase enuncia una paradoja porque, en el fondo, no es que a finales del siglo XVIII desaparezcan por completo los códigos artísticos existentes durante la Ilustración y el Neoclasicismo, sino que mutan o se camuflan bajo la apariencia de la naturalidad, que es una forma más de retórica que oculta su condición. La historia de la literatura entera podría condensarse a partir de esta progresión: los escritores, obedeciendo a las preceptivas y a las poéticas, replican primero los modos de decir más nobles y acrisolados; a continuación, los cuestionan desde dentro cuando descubren que estas dicciones heredadas son hermosas jaulas que no permiten trasladar con la intensidad necesaria sus sentimientos. Por último, las destruyen para conquistar su libertad. La frontera que distingue a la poesía antigua de la moderna reside en el significado de la primera persona. Para los clásicos, el yo es un arquetipo que representa a una comunidad (concretada en una voz individual). Para los románticos, padres de la tradición de la ruptura, como explica Octavio Paz en Los hijos del limo, la primera persona es un espíritu, la cima de la montaña desde donde se contempla el terremoto.

Las Disidencias en La Lectura.

La mística de la ciencia y el terror ante la máquina

carlosmarmol · 24 noviembre, 2023 ·

Todos los demonios del mundo aguardan escondidos en un oscuro rincón de nuestra mente. La única señal que nos ayuda a distinguir entre las edades de la Historia, esa infinita colección de calamidades sucesivas, es que, en cada momento, éstos eligen formas diferentes para saltar desde el fondo de nuestro cerebro a la realidad, transformándola para siempre. En 1871 Dostoyevski empezó a publicar en un periódico –El Mensajero– una narración sobre una oscura y desconocida secta de jóvenes rusos (los nihilistas) que aspiraban a redimir del hambre y de la pobreza a sus compatriotas. Los lectores encontraron en aquel relato –editado más tarde como novela: Los demonios– una sátira sobre las utopías. También era, como sucede con todos los libros realmente importantes, un drama sobre la ceguera que guía alos individuos deslumbrados obsesivamente por una idea o presos de una misión trascendente. En realidad, el libro de Dostoyevski era una advertencia. Lo que el novelista ruso contaba a través de la ficción era que los sueños (comunales) de liberación podían transformarse en pesadillas sin que llegaran a sospecharlo, hasta que ya era tarde, sus propios devotos que, movidos por la obstinación, alimentaban a un monstruo imaginario que acabaría haciéndose tangible. Las primeras víctimas de la Revolución Rusa fueron sus fundadores, quemados por una ideología que nació como una pulsión de ira piadosa antes de mudar en una doctrina totalitaria.

Las Disidencias en Letra Global.

Guillermo de Torre, principal secundario

carlosmarmol · 17 noviembre, 2023 ·

Para poder descifrar una ecuación, esa suerte de hermético enigma matemático, es necesario arrinconar antes cada una de sus incógnitas. Limpiar la línea. Desentrañar la vida de un hombre, en este caso la existencia del poeta ultraísta, crítico y editor madrileño Guillermo de Torre (1900-1971), exige interpretar, del mismo modo que las profecías o las sentencias del destino, los versos de otros autores de su misma hora histórica. Del Pablo Neruda de la era de las vanguardias, autor de esa pieza soberbia que es ‘Walking Around’, incluida en su Residencia en la Tierra, conviene tomar la “deliciosa” idea de “asustar a un notario con un lirio cortado”. De Borges, camarada, cuñado y rival secreto, bastan los primeros versos de ‘A un poeta menor de la antología’, incluido en El mismo, el otro (1964): “¿Dónde está la memoria de los días / que fueron tuyos en la tierra, y tejieron / dicha y dolor y fueron para ti el universo? / El río numerable de los años / los ha perdido; eres una palabra en un índice”. Entre ambos se extiende el páramo de olvido donde, durante medio siglo, ha estado atrapada la vibrante figura de De Torre, hijo de un notario (sin lirio) y nombre recurrente en las notas al margen de muchos estudios, devoto de los ismos de la efímera España de la modernidad que hace ahora un siglo por vez primera parecía capaz de sacudirse su casticismo telúrico para hablarle de igual a igual a la cultura europea, hacedor de grupos y revistas, intelectual y creador de iniciativas editoriales como la Colección Austral (Espasa-Calpe) o el mítico sello Losada. El tiempo, asesino recurrente de las famas y las glorias del pasado, desplazaría su rúbrica de la posteridad literaria antes y, sobre todo, después de su muerte prematura –con setenta años– en el corazón del Buenos Aires de las familias patricias, a cuyo alrededor se movían los hermanos Borges (Georgie y Norah) y en el que De Torre encontraría cobijo intelectual y personal durante los largos años de su exilio. 

Las Disidencias en Letra Global.

Francis Bacon: palabras nuevas, ideas antiguas y la verdad (relativa) de las cosas

carlosmarmol · 3 noviembre, 2023 ·

“Calumniad con audacia, siempre quedará algo”. Un hombre capaz de condensar en una sola frase, tan irónica como rotunda, la secreta saeta del ingenio es alguien que ha conocido de primera mano la inmensa tragicomedia que es la vida social. Francis Bacon (1561-1626), padre del empirismo científico, pionero del pensamiento moderno, puente entre la filosofía antigua –marcada por la sombra de Aristóteles y por la escolástica cristiana– y la moderna, quedó atrapado en los libros de filosofía antes de convertirse en una egregia estatua del saber. Su figura, sin embargo, estaba hecha de vísceras, carne, sangre y huesos. El intelecto, esa capacidad mágica para extraer conclusiones a partir de la experiencia, llegaría después. Antes de pasar a la posteridad como un gran pensador, Bacon fue un activo hombre público que conoció la ambición (personal), la delación –se dice que traicionó a su primer protector, el conde de Essex, para aproximarse de inmediato al duque de Buckingham–, la corrupción (fue procesado por aceptar sobornos) y el ostracismo. Todas estas vivencias no lo convirtieron en un charlatán, como sucede acontecer con tantos políticos retirados a los que el tiempo ha ido olvidando, sino en el arquetipo del filosofo conciso y sereno, con cierta naturaleza nórdica, que proyecta una visión (realista) del mundo ahorrándonos el quinario de contarnos de paso su vida. 

Las Disidencias en Letra Global.

Carlos Edmundo de Ory en los reinos sin monarca

carlosmarmol · 27 octubre, 2023 ·

La nefasta costumbre de identificar de forma mecánica a un autor con su obra, restringiendo el arte de la interpretación literaria al mero desvelamiento de las máscaras verbales, ha hecho escasa justicia a muchos escritores a los que se les (re)conoce –sobre todo si su imagen encaja con el arquetipo del poeta– pero casi nunca se les lee. Un caso paradigmático es el de Carlos Edmundo de Ory (1923-2010), el viejo hombre con sombrero de Thézy-Glimont, una aldea francesa de la región de Picardía. ¿Cómo acabó un gaditano, hijo de la ciudad de la luz y el horizonte en semejante suburbio? Lo explica una larga historia colmada de desvíos, itinerarios y naufragios. José Manuel García Gil la relató en Prender con keroseno el pasado, una documentadísima biografía que mereció el Premio Domínguez Ortiz (Fundación Lara). En ella se trazaba con todo detalle y sustento documental el trasfondo vital sobre el cual el último poeta de la estirpe de los vanguardistas ibéricos posteriores a la Guerra Civil escribió su obra. De Ory tenía algo de llama perpetua que se consume sin perecer por completo. Ardió de múltiples formas y con fuegos desparejos. Casi podría decirse que, igual de Cansinos Assens y otros representantes de nuestra literatura punk, fue una suerte de grafómano. Tocó todos los géneros. Arribó a todas las costas. Conoció todos los destinos. Se multiplicó hasta el infinito a través de muchas voces, contradiciéndose sin quebranto porque lo importante en la vida, como ya sentencieron los clásicos, es navegar, no llegar exactamente a un sitio. El puerto es el desenlace que acompaña a los navegantes; pero su voluntad está en el trayecto.

Las Disidencias en Letra Global.

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Ilustraciones: Daniel Rosell