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Los Aguafuertes

La ley de las mareas

carlosmarmol · 26 diciembre, 2016 · Deja un comentario

El soberanismo, al que todos los días del año, noches incluidas, consagran sus esfuerzos los nacionalistas –esos seres prístinos a los que guía un desinteresado amor en favor de las hordas patrióticas–, no implica libertad de decisión, sino la elección (relativa) de una variante distinta de dependencia. Se trata de una evidencia: la autonomía teórica deja existir desde el mismo instante en el que todos tenemos que vender nuestro trabajo (a los demás) para sobrevivir. Aquellos incapaces de hacerlo sólo tienen a mano un burdo remedo: venderse al mejor postor. Obviamente, está mal visto pero, si encuentras a un bobo solemne dispuesto a patrocinar tu rendición profesional, la cosa, al menos durante un tiempo, puede incluso llegar a ser rentable.

Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.

El ministro Moranco

carlosmarmol · 19 diciembre, 2016 · Deja un comentario

El diablo a veces se disfraza de hombre de paz. Lo escribió Dylandécadas antes del Nobel. La frase tiene un hermoso aire bíblico, casi profético. Es exacta. Sobre todo si vamos a hablar del populismo. Los dos grandes partidos que heredaron el espíritu de la Santa Transición –el bipartidismo ha mutado últimamente en un partido único bipolar, con dos cabezas– llevan meses arrojando el término, con toda su carga semántica, en su acepción más despectiva, contra los jacobinos de Podemos, en quienes aprecian los males de la demagogia posmoderna. No les falta razón, pero en nuestros particulares pagos patrióticos el populismo es una costumbre antigua. Como mínimo, la sufrimos desde el siglo XIX, cuya convulsa historia explica, con las lógicas variantes de tiempo y espacio, muchos acontecimientos actuales.

Los Aguafuertes de los lunes en Crónica Global.

Su Peronísima

carlosmarmol · 12 diciembre, 2016 · Deja un comentario

Tomen asiento. Les va a hacer falta. Susana Díaz, la inminente líder del PSOE postsanchista, que ahora es un reino sin corona, sin cabeza, sin democracia, sin congreso a la vista y donde la sangre derramada por la conspiración todavía mana espesa desde las ventanas del palacio de Elsinor, ha dicho esta semana, tras oír que Sánchez está dispuesto a entregarse en los brazos de Podemos (de momento es un amor platónico; el contacto carnal vendrá después), que los socialistas no están para «personalismos». En realidad, no están para nada porque han desaparecido igual que un vulgar azucarillo en el café, diluidos entre los jacobinos que prometen guillotinas y cielos de amor arcoiris y la derecha abúlica de Rajoy (Mariano).

Los Aguafuertes de los lunes en Crónica Global.

Retrato de peatón con semáforo

carlosmarmol · 4 diciembre, 2016 · Deja un comentario

Roberto Arlt, nuestro santo y patrón en el arte (prosaico) de escribir columnas de periódico, decía que el periodismo, bien entendido, es un oficio para vagos y audaces. De este juicio se infiere su gran principio cartesiano: “Yo atorro, luego existo”. El escritor argentino compuso sus artículos –hace ahora casi un siglo– en el idioma de los argentinos, desde las aceras rotas de un Buenos Aires que perdía sus esquinas rosadas y sus almacenes de abarrotes de una sola planta para convertirse en una metrópolis periférica y desquiciada. Según el diccionario, un atorrante es un perfecto holgazán, un vagabundo, un desvergonzado. En lunfardo –el lenguaje poético del tango– la palabra expresa otra cosa distinta: una forma maléfica de admiración. La que se profesa por los sofistas de callejón, esos tipos dementes cuya vocación íntima es pelear –sólo con la palabra– a la contra. Estamos pues en el sitio correcto.

Los Aguafuertes de los lunes en Crónica Global

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Ilustraciones: Daniel Rosell