La rebelión de las bases socialistas ha sido un éxito. La rotunda victoria del militante Sánchez –un candidato con cazadora y mochila, en apariencia desahuciado ante el aparato que lo derribó de un violento plumazo– complica las cosas al Gobierno de Rajoy, abre la puerta a un hipotético frente de izquierdas en el Congreso (también acelera la posibilidad de un adelanto electoral), alimenta el discurso victimista de los nacionalistas y obliga –ya veremos si con éxito– a refundar desde sus cimientos la organización socialista, cuyo timón gobernaba por vía delegada la endogámica generación política de los patriarcas de Suresnes.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.