Andalucía

Las elecciones andaluzas van a ser como un eclipse lunar. Si los sondeos no fallan, la Tierra (Andalucía) se interpondrá dentro de unas horas entre su satélite (Susana Díaz) y el Sol (las urnas), oscureciendo una luz que nunca ha sido propia, sino reflejada. El 2D está destinado a convertirse en la sombra (creciente) de la hegemonía del PSOE en el Sur, que dura 36 años. Con independencia de los resultados, esta cita electoral de invierno hace honor a la frase de Churchill: “Esto no es el final. No es siquiera el principio del fin. Pero quizás sea el final del principio”. ¿De qué exactamente? De un ocaso político que no va a ser inmediato, ni súbito, pero sí parece irremediable. Y que se inició, igual que sucede con los condicionantes del tiempo y las leyes de la biología, mucho antes de que el organismo afectado note su presencia.

Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia

Bienvenidos a la era del voto-boomerang. Los andaluces acudirán este domingo a las urnas con la incertidumbre –creciente– de si tendrán que repetir el ritual del sufragio, incluyendo otra campaña electoral, dentro de unos meses; probablemente en el primer trimestre de 2019. Dependerá de los resultados de las elecciones andaluzas del 2D , más abiertos que nunca en la historia reciente de la autonomía, y de las negociaciones –que también podríamos denominar componendas– de las grandes fuerzas políticas para elegir la mesa del Parlamento de las Cinco Llagas y, más tarde, investir al nuevo presidente de la Junta. Nada excepcional, en todo caso: los electores no eligen formalmente a ningún un candidato, sino a una lista (cerrada) de diputados que gestionan esta confianza popular en el sentido que consideran más adecuado.

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