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Literatura

Flannery O’Connor y la Norteamérica de la Biblia y el revólver

carlosmarmol · 16 diciembre, 2024 ·

El extraño caso de Flannery OʼConnor (1925-1964), escritora del Sur de los Estados Unidos, de cuyo nacimiento se cumplirá un siglo el próximo mes de marzo, hace que vuelva a cobrar sentido el interrogante (bizantino) de si la literatura se construye con los buenos deseos y las mejores intenciones o, por el contrario, su obligación es mostrar la realidad de las cosas y de las personas tal y como sucede. OʼConnor fue, esencialmente, una autora católica. Tenía por tanto un concepto del bien y, en consecuencia, también una idea precisa de lo que es el mal. Al margen de que se compartan o no sus presupuestos morales, escribió dos estupendas novelas –Sangre sabia y Los violentos lo arrebatan– que Lumen acaba de reunir en un único volumen, y una colección de cuentos, compendiada también por este sello editorial, que la sitúan entre los grandes autores del gótico sureño estadounidense, una etiqueta algo arbitraria que pretende identificar a los hijos (tardíos) de Edgar Allan Poe, uno de los fundadores de la letras norteamericanas, que encontraron una fecundísima veta literaria en el singular cruce entre el naturalismo, la teología y la locura, incluyendo su variante más carnal: la violencia.

Las Disidencias en The Objective.

Truman Capote: voces y espectros del gran camaleón

carlosmarmol · 6 diciembre, 2024 ·

La tradición literaria, reducida a su última esencia, no es más que una larga conversación entre los vivos y los muertos. Un diálogo que no termina jamás, pues a quienes tenemos la suerte de respirar nos sucederán, nos guste o nos disguste (¡nada es para siempre, muchachos!), aquellos que ahora ni siquiera han nacido. De ahí que quienes pretendan mantenerse al margen de esta cadena infalible hagan –al menos en literatura– el ridículo, igual que los ilusos que creen poder anular los condicionantes biológicos: somos un cuerpo gobernado por un cerebro. Cuando el segundo falla, el primero se torna inservible y, en ese momento, estamos muertos, aunque nuestros órganos continúen activos sin nuestro permiso. De este rito de discutir con los difuntos, como dijera Quevedo en un verso memorable, existen muchos métodos contrapuestos.

Las Disidencias en Letra Global.

El teatro del mundo según la ficción

carlosmarmol · 6 diciembre, 2024 ·

En periodismo antes acostumbraba a decirse que los hechos son sagrados y las opiniones, libres. En la cultura, en cambio, la realidad propone una cosa pero son los seres humanos quienes, al intentar descifrarla, disponen lo que una mayoría social tiene por cierto y aquello que, en cambio, todos consideramos falso. De aquí se deduce, igual que una saeta lanzada al aire en busca de su correspondiente diana, que la verdad de las cosas, básicamente, es una convención que puede cambiar con el tiempo e, igual que determinadas literaturas antiguas, acabar convertida en un arte arqueológico cuya emoción se ha extinguido o, al menos para nosotros, distanciados de los días de su creación, se ha transformado en pura observación. De esta paradoja (tan fecunda) trata el ambicioso –en extensión y fondo– libro que el escritor mexicano Jorge Volpi (Ciudad de México, 1968) acaba de publicar en el sello Alfaguara: La invención de todas las cosas. Una historia de la ficción.

Las Disidencias en The Objective.

Javier Cercas: materiales (narrativos) para una poética

carlosmarmol · 29 noviembre, 2024 ·

“El estilo es el hombre mismo”, escribió el conde de Buffon el mismo día en el que, a pesar de saber que sería irremediablemente vencido por el tiempo, fue elegido uno más de los inmortales de la Academia Francesa (sin tener ni siquiera que presentar su candidatura). ¡Qué alarde tan colosal! Casi podríamos decir lo mismo –sobre el estilo– de la inteligente disertación, presentada a modo de manifiesto, con la que Javier Cercas, que es un extremeño catalán, o viceversa; español, en definitiva, ha entrado esta semana en la institución que custodia la lengua española, a la que el novelista define como “una congregación de lectores expertos”. Mario Vargas Llosa, Pedro Álvarez de Miranda y Clara Sánchez (a la que le tocó contestar su discurso) le hicieron en su día de embajadores ante el sanedrín de la casona del Retiro, aunque cabría sostener a contrario sensu que también actuaron un poco como adorables embacaudores, pues no es escaso mérito convencer a un escritor sine nobilitate –nacido en un humildísimo pueblo de Cáceres y criado en Gerona; ambas periferias culturales– para que, al mismo tiempo, reivindique la soberana libertad de los escritores y los lectores y rinda honores a los académicos, que son por definición los prescriptores oficiales de la interpretación de las palabras.

Las Disidencias en Letra Global.

Cansinos Assens y la posguerra microscópica

carlosmarmol · 24 noviembre, 2024 ·

En la ‘Nota a la Edición’ que cierra Madrid, 1943, el primer tomo de los dietarios (inéditos) de Rafael Cansinos Assens (1882-1964), su hijo, heredero y editor, Rafael Manuel Cansinos Galán, escribe: “El mecanoescrito consta de 234 cuartillas numeradas de varias medidas, entre 248 mm x 186 mm y 280 mm x 203 mm. El escritor las plegaba al centro para introducirlas en la máquina de escribir, su Royal 10. Le quedaba a un tamaño final entre 124 mm y 186 mm y 140 mm x 203 mm. Una vez doblada la hoja escribía la primera cara. Extraía la hoja de la máquina, la abría y la doblaba hacia atrás, introduciéndola de nuevo en el rodillo. De esta forma le quedaban mecanografiadas la página 1 y la página 3 del pliego. La 2 y la 4 quedan blancas. Así iba construyendo su librito diario”. Esta descripción, más que una anécdota, denota un carácter: el de un hombre que, lejanísimo, en el último trayecto de su existencia, exiliado inmóvil de sus años de gloria, que son los que vivió en Madrid –la corte de los milagros– tras arribar a la capital desde Sevilla, su tierra natal, para intentar triunfar en el carrusel de las letras patrias, persistía en su vocación, convertida ya en oficio obstinado: la escritura.

Las Disidencias en The Objective.

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Ilustraciones: Daniel Rosell