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Periodismo

No pongas tus (interesadas) manos sobre Chaves Nogales

carlosmarmol · 11 mayo, 2024 ·

La historia de la literatura se asemeja mucho a un sistema montañoso. Una sucesión de cordilleras que se subdividen en conjuntos de montañas, a partir de las cuales se suceden los altiplanos y se definen los valles. En las zonas fértiles crece la agricultura. En las yermas habita el páramo. La orografía de las letras contiene cimas inalcanzables –Himalayas y Aconcaguas– cuyas antítesis son las simas. Entre ambas existe una especie de clase media: elevaciones del terreno –discretas unas; superiores a la media, otras– donde encontramos, en mayor o menor medida, vida (inteligente). No en vano, por algo los clásicos situaban en el monte Parnaso –la cumbre que todavía se alza al Norte del golfo de Corinto, no muy lejos de Delfos– la residencia de los grandes poetas, en vecindad con el dios Apolo y las Musas. La geología, como la diosa Fortuna, es una dama caprichosa. Sólo así se explica que un escritor y periodista como Manuel Chaves Nogales (1897-1944), del que estos días se ha cumplido el 80 aniversario de su muerte, en Londres, en una tumba sin nombre, haya sido durante décadas un absoluto desconocido para –a partir de los años noventa– asomar como una rareza y convertirse, en los últimos veinte años, en toda una celebridad.

Las Disidencias en The Objective.

Ana María Moix y la Barcelona del ‘Tele/eXprés’

carlosmarmol · 12 abril, 2024 ·

El periodismo, al que suele adjudicársele la condición de primer borrador de la Historia, tiene en ocasiones la extraña capacidad de convertirse en la Historia misma. No es frecuente, pero la escritura de periódicos, de naturaleza fugaz y pasajera, a veces es capaz de condensar la atmósfera de un momento exacto en el tiempo gracias la utilización de recursos vulgares que, precisamente por poseer dicha naturaleza y condición –la vida es prosaica; la muerte, la abstracción total–, otorgan cuerpo a un pasado que el paso del tiempo y el entusiasmo de los biógrafos acostumbran a amplificar, en general sin motivo. Ya se sabe: el arte no depende sólo de la voluntad del artista. Requiere talento y ese milagro que consiste en transformar lo que es banal en algo extraordinario. Esto es lo que hace el magnífico libro que Amarillo Editora, un sello joven comandado por Ester Vallejo, editora que antes ha sido librera, acaba de publicar con casi una treintena de las entrevistas (muchas de ellas colosales) que Ana María Moix (1947-2014) hizo a comienzos de la década de los setenta a personajes culturales de la Barcelona de hace medio siglo. Todas publicadas en Tele/eXprés, un periódico nacido a mediados de los sesenta y el primero de capital privado (era propiedad de la familia Godó, editora de La Vanguardia) que se publicó en la Ciudad Condal después de la Guerra Civil. El Tele fue uno de los intentos de dar cabida en la prensa –hipotecada por el absurdo diktat de la censura franquista– a las aspiraciones de cambio social.

Las Disidencias en Letra Global.

Charles Dickens y el cofre de las maravillas del viejo periodismo victoriano

carlosmarmol · 22 marzo, 2024 ·

Si practicamos el arte del anacronismo, ese juego de ingenio que consiste en explicar el presente con los hechos –y las herramientas– del pasado, no cabe duda de que Charles Dickens (1812-1870) describió mejor que nadie los vicios morales de la amnistía que acaba de aprobar el gobierno de Pedro Sánchez con 165 años de anticipación. El 24 de septiembre de 1859, en la revista literaria All The Year Around, de la que era editor y principal propietario, el novelista británico imprimió –obviamente a su costa– un artículo titulado ‘Cinco nuevas cláusulas en la ley de criminales’. La pieza, una auténtica obra de arte, tiene su génesis en una iniciativa parlamentaria del gobierno de turno para “rectificar” los delitos de sangre en el Código Penal. Escrita con una ironía colosal, usando las dosis pertinentes de paradoja y exageración, Dickens describe el sinsentido de un poder político arbitrario e interesado que, en lugar de penalizar a los delincuentes, decide absolverlos a toda costa por el procedimiento de culpar a sus víctimas.

Las Disidencias en Letra Global.

Josep Pla en la Alemania caótica de la inflación

carlosmarmol · 15 marzo, 2024 ·

“El hambre está mejor organizada en Alemania, pero en el fondo es igual”. No cabe mayor solidez que se sustenta en una frase sencilla. En una de ellas puede condensarse toda la vocación de exactitud y rigor del periodismo, ese viejo arte en extinción. Al juzgar las más de 30.000 páginas de las obras completas de Josep Pla i Casadevall (1897-1981), el mejor prosista catalán de todos los tiempos y uno de los referentes de la edad de plata del periodismo español, se mantiene una extraña costumbre, convertida en un vicio recurrente. Consiste en ponderar superlativamente la calidad de sus dietarios y libros memorialísticos –especialmente El cuaderno gris– al tiempo que se coloca en una división distinta (en apariencia algo inferior) los libros hechos mediante la adición o la selección de sus artículos para los periódicos. El fenómeno no deja de ser curioso, como también lo es que en el memorialismo de Pla –como ya apuntó Gabriel Ferrater, de profesión poeta suicida– la realidad cotidiana adquiera la condición de asunto principal sin que su autor incurra en ningún instante en la narración abierta y franca de su intimidad.

Las Disidencias en Letra Global.

Francisco Umbral, resucitado en carne y espíritu

carlosmarmol · 21 febrero, 2024 ·

El hombre es el estilo, proclamó el conde Buffon una mañana de agosto de 1753 ante el docto y selecto auditorio de la Académie Française, cuna y placenta del idioma en el que escribieron Montaigne, Gide y Proust. Buffon, por supuesto, no se llamaba Buffon (que era su título, no su nombre), sino de otra forma mucho más terrestre: Georg-Louis Leclerc. “La gloria”, sostuvo ese día ante los inmortales de las letras, “no es un bien si uno no es digno de ella”. Francisco Umbral (1932-2007), último héroe de la estirpe de los grandes escritores de periódicos, poeta camuflado bajo un océano de prosa esculpida en columnas, libros, crónicas, diarios, auténticas entrevistas inventadas o memorias (“algo hay que hacer, coño, algo hay que hacer”, escribía en su excelente Trilogía de Madrid), nunca llegó a la Academia de la Lengua, pero no le hizo falta la sanción académica, que sin duda ambicionó desde su eterna condición de niño grande de la inclusa (hijo de madre soltera, fruto de un adulterio secreto), para trazar una raya en el agua de la literatura entre finales del franquismo y los albores de la democracia. Umbral era algo así como un agente doble: por un lado, el escritor (muy profesional) que actuaba como tal con obstinación, movido por un resorte oculto; por otro, Pérez (su verdadero apellido) que era el esqueleto, por lo general demasiado sensible a los fríos, que lo cobijaba.

Las Disidencias en The Objective

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Ilustraciones: Daniel Rosell