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The Objective

José Antonio Montano, arte y prodigio del esbozo

carlosmarmol · 17 mayo, 2024 ·

La etimología, por decirlo a la manera del mejor Borges, es también una variante más (en este caso, noble) de la literatura fantástica. Cuando nos preguntamos por el origen y la evolución de una palabra es como si trazásemos el arco completo de una vida (ajena) que, sin embargo, sentimos que nos pertenece, aunque sea de forma lateral. Todos hablamos y escribimos –sin sospecharlo– con las palabras de los muertos. Nos confesamos en un idioma heredado que consideramos inequívocamente nuestro. En el fondo, la literatura no es más que el intento de gobernar este legado idiomático, embridándolo hasta convertirlo en una dicción personal. Suele atribuirse a los grandes escritores –principalmente a los catalogados en la sección de (altos) barrocos y (bajos) letraheridos– el dudoso mérito, que no siempre equivale al talento, de crear un determinado patrón lingüístico y expresivo, algo que dista mucho de ser lo mismo que tener un estilo. Así, por ejemplo, decimos que Shakespeare hizo el inglés –hasta entonces una lengua ruda y extraña– y Cervantes, nuestro infalible semejante, creó ese soberbio español que es capaz de conjugar la piedad con la ironía y el humor con el drama. No se repara tanto, sin embargo, en la capacidad que tienen algunos columnistas de prensa para forjar el lenguaje cotidiano con su sermón de cada día.

Las Disidencias en The Objective.

No pongas tus (interesadas) manos sobre Chaves Nogales

carlosmarmol · 11 mayo, 2024 ·

La historia de la literatura se asemeja mucho a un sistema montañoso. Una sucesión de cordilleras que se subdividen en conjuntos de montañas, a partir de las cuales se suceden los altiplanos y se definen los valles. En las zonas fértiles crece la agricultura. En las yermas habita el páramo. La orografía de las letras contiene cimas inalcanzables –Himalayas y Aconcaguas– cuyas antítesis son las simas. Entre ambas existe una especie de clase media: elevaciones del terreno –discretas unas; superiores a la media, otras– donde encontramos, en mayor o menor medida, vida (inteligente). No en vano, por algo los clásicos situaban en el monte Parnaso –la cumbre que todavía se alza al Norte del golfo de Corinto, no muy lejos de Delfos– la residencia de los grandes poetas, en vecindad con el dios Apolo y las Musas. La geología, como la diosa Fortuna, es una dama caprichosa. Sólo así se explica que un escritor y periodista como Manuel Chaves Nogales (1897-1944), del que estos días se ha cumplido el 80 aniversario de su muerte, en Londres, en una tumba sin nombre, haya sido durante décadas un absoluto desconocido para –a partir de los años noventa– asomar como una rareza y convertirse, en los últimos veinte años, en toda una celebridad.

Las Disidencias en The Objective.

Por qué la verdad se ha vuelto subversiva

carlosmarmol · 4 mayo, 2024 ·

En Songs for Drella, el disco que Lou Reed y John Cale dedicaron a Andy Warhol, su antiguo mentor desde los tiempos de The Velvet Underground, al que apodaban con un nombre obtenido de la malévola combinación de las palabras Drácula y Cenicienta, hay una canción (Trouble With Classicists) que evoca los reparos que el maestro del pop art sentía ante los clásicos: “The trouble with a classicist he looks at a tree / That’s all he sees, he paints a tree / The trouble with a classicist he looks at the sky / He doesn’t ask why, he just paints a sky”. En efecto: un clasicista es, sobre todo, un realista, igual que debe serlo un periodista o cualquiera que no tenga por costumbre colgarse todos los días (sin pisarla) del quicio de la luna. Un realista contempla un árbol y pinta un árbol. Un realista mira el cielo y lo que reproduce (en un lienzo) o describe (con palabras) es ese cielo. Todos los maestros antiguos, igual que el gran Antonio López, son artistas figurativos. Se atienen estrictamente al mundo que está a su alrededor, ya sea la Gran Vía de Madrid, un rincón de Tomelloso o una esquina de Nueva York.

Las Disidencias en The Objective.

Walt Whitman: memorias de un mundo hermoso y perdido

carlosmarmol · 2 mayo, 2024 ·

Todos estamos hechos de los mismos materiales: carne y huesos, aunque sean de calidades dispares. Sobre este sustrato común, como dejó dicho por escrito Shakespeare, se proyecta la materia sagrada de nuestros propios sueños, que nos convierten en criaturas tormentosas e inconfundibles. Cada una es igual a su semejante y, al tiempo, distinta. No son los anhelos íntimos los que nos individualizan. También lo hacen las vivencias y los desengaños, los fracasos y los triunfos; las experiencias ecuménicas convertidas en hechos particulares. La lista de las cosas que nos moldean es infinita: el lugar geográfico de dónde venimos o los paisajes (sucesivos) en los que nos hemos mirado. Por supuesto, también los años que hemos malgastado. Cabe deducir, pues, que la existencia, además de un milagro, es una ardua tarea de recopilación y acarreo de materiales tomados de aquí y de allá, como piedras del camino; en su mayor parte, se trata de guijarros domésticos y prosaicos. Con ellos vamos cubriendo como podemos las distintas etapas del sendero. Cada vida se parece. Cada vida es distinta.

Las Disidencias en The Objective.

Los demonios de la escuela moderna

carlosmarmol · 24 abril, 2024 ·

“La misión del poeta no es instruir, sino deleitar”. Se atribuye la autoría de esta frase a Eratóstenes de Cirene, matemático, geógrafo y astrónomo de la antigua Grecia que descubrió, entre otras cosas, que si uno fuera capaz de caminar 31,5 millones de pasos seguidos, cosa para la que hace falta tener fe, mucha voluntad y unas piernas colosales, podría circunvalar toda la Tierra. ¿Tiene importancia conocer esto? Depende. En esta época extraña en la que el conocimiento carece de suficiente espesor y el ser humano presume –con patético orgullo– de haberse vuelto imbécil, todo parece indicar que no demasiado. Si el arte es inútil, la lectura se considera un anacronismo y la concentración mental se ha convertido en un puro vestigio de los antiguos tiempos (difuntos), no es de extrañar que la sabiduría –sapere aude, proclamaban los romanos; lo decían en latín, ustedes disculpen– se considere una bella ruina arqueológica. En esta civilización de las pantallas, preludio de una inminente era post-humana, en lugar de pinturas rupestres, cuadros o fotografías, la única obra de arte que se valora es el emoticono.

Las Disidencias en The Objective.

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Ilustraciones: Daniel Rosell