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Política

El milagro andaluz

carlosmarmol · 24 abril, 2020 · Deja un comentario

Arthur Miller, el dramaturgo norteamericano, solía decir que los milagros no existen pero que la gente suele creer en ellos, aunque sea de forma remota, para no tener que aceptar de golpe las desgracias de la vida. A la fe ciega en las causas imposibles se le asocia así un poder terapéutico, que es el mismo que desde antiguo se confiaba a las mentiras piadosas. Pueden ser bienintencionadas, sí, pero nunca dejan de ser falsas. En la crisis múltiple del coronavirus sucede algo similar: los hechos, y los casi 22.000 muertos, indican que las cosas no se han hecho bien, pero desde los atrios institucionales todos los días nos anuncian que el prodigio de la normalización está a la vuelta de la esquina. Que es inminente que baje la curva. En Andalucía, por ejemplo, las derechas, que se enfrentan a su segunda crisis sanitaria en algo más de un año –la anterior fue la causada por el brote de listeriosis–, dan poco menos que por liquidada a la COVID-19 y reclaman el honor de ser los primeros en salir del confinamiento.

Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.

‘Festina lente’

carlosmarmol · 22 abril, 2020 · Deja un comentario

Quevedo, que es el escritor más punk de la literatura del Siglo de Oro, una época tan llena de miseria como de talento, escribió que la paciencia es la virtud de los vencedores, mientras que su contraria, la impaciencia, es “vicio del demonio, seminario de los hombres horribles y artífice de los tiranos”. No buscamos, líbrenos Dios, el Altísimo, equiparar al Reverendísimo Bonilla, inquilino de Il Quirinale, con ninguno de estos ejemplos, pero da la sensación que il presidentino tiene prisa, diríamos que incluso una indudable urgencia, en que se levante ya  el confinamiento en la Marisma. Quiere ser pionero: el primus inter pares de España, sin reparar en lo que advierten los Evangelios: los primeros serán los últimos y los últimos, los primeros. Llevamos más de un millar de muertos –según las últimas estadísticas, en las que no podemos confiar porque se elaboran igual que las encuestas del CIS: a la carta– y la catástrofe del coronavirus dista de estar controlada, pero en Il Quirinale dan por muerto al bicho y quieren que se decrete el final del estado de alarma –que es de excepción– por comarcas. Algunos cráneos privilegiados hablan del milagro andaluz, como si la tragedia que estamos viviendo fuera una romería o un partido de fútbol. No es prudente. De hecho, es una idea demencial. Y mucho más viniendo de un gobierno que, sin dudar de sus buenas intenciones, ha estado más preocupado en ponerse medallas que en dar a los sanitarios los medios que necesitan.

Las Crónicas Indígenas en El Mundo.

La bondadosa inquisición

carlosmarmol · 20 abril, 2020 · Deja un comentario

La realidad imita al arte. Básicamente porque las creaciones dignas de tal nombre, incluso cuando fabulan, nacen del asidero de lo cierto, pero visto desde una perspectiva particular que asciende hacia lo universal y termina cristalizando en un concepto. Gracias a esta sublimación de lo concreto, la literatura advierte de los peligros que se camuflan bajo el flujo de la actualidad. Hace unos días el CIS hizo público un sondeo inverosímil en el que, entre otras cosas, afirmaba que una mayoría de la población –el 66%– consideraba necesario, dado el océano de bulos que habita en las redes sociales, limitar la libertad de información sobre el coronavirus a fuentes oficiales. El sábado, Pablo Iglesias declaraba: “Que la ultraderecha política y mediática es una amenaza frente a la democracia, lo público y lo común es una evidencia. Todos los demócratas debemos trabajar para que el horror y los monstruos que conocimos en el siglo XX no vuelvan”. Ayer mismo, el jefe de la Guardia Civil admitía estar trabajando para contrarrestarlas críticas al Gobierno en las redes. ¿Casualidad? En absoluto. En política no existen.

Los Aguafuertes en Crónica Global.

Desconfínese usted mañana

carlosmarmol · 18 abril, 2020 · Deja un comentario

El mejor resumen de esta crisis lo escribió Cervantes en 1616, tres días antes de morir, presuntamente de hidropesía, una enfermedad que hincha los tobillos y obliga a beber como si no hubiera mañana: “Ayer me dieron la extremaunción. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir”. Así estamos todos tras un mes de encierro con partes diarios de desgracias en cuya veracidad no podemos creer, salvo que queramos ser engañados. El 85% de los españoles no nos hemos movido del sitio, salvo para ir al baño. Al retornar de ese viaje cósmico que va de la cama al salón –casas diminutas aparte– nos topamos con la noticia: los científicos auguran que el distanciamiento social –costumbre que ya practicábamos a la sublime manera de Ignatius J. Reilly, el héroe de La conjura de los necios– se extenderá hasta 2024. Podemos soportarlo. Más difícil se nos antoja mantener hasta entonces la paciencia ante los debates bizantinos que impulsa el alcalde de Sevilla, el quietista Espadas, que tras hacer el ridículo invocando a la OMS para no suspender la Semana Santa –los cofrades se la han inventado igual– ahora  anda convocando plenos urgentes para cambiar los festivos locales y celebrar la Feria de abril en septiembre. Eso es tener prioridades y sentido de la realidad.

Las Crónicas Indígenas en El Mundo.

La mala muerte

carlosmarmol · 17 abril, 2020 · Deja un comentario

Marcello Mastroianni, el actor-fetiche de Fellini, hizo al final de su vida esta descarnada reflexión sobre el crepúsculo de la existencia: “La vejez no tiene nada que ver con la melancolía. A los viejos se los deja aparte. No son premiados. Envejecer es como una condena sin derecho a recurso”. Sabía de lo que hablaba. El último papel de su carrera artística fue un personaje creado por Furio Bordon, el dramaturgo italiano, en Las últimas lunas: un viejo charlatán que prepara su maleta de viaje –el último– antes de ser confinado en un geriátrico, donde sabe que morirá solo. En su drama íntimo están condensados los sentimientos de quien espera el desenlace de todos los destinos que en el mundo han sido y serán, amparado únicamente en la muleta intelectual de la resignación irónica. Nada de furia, sólo amargura. El personaje asume sus cartas en el cruel juego del adiós: descubre que nadie puede morir como un héroe porque la muerte es una estación contra la que no cabe la rebelión. Sólo la aceptación y, acaso, el sarcasmo. Como escribió el poeta Javier Salvago, “una mala vida la tiene cualquiera”. Lo difícil es tener la inmensa fortuna de vivir una buena muerte.

Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.

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Ilustraciones: Daniel Rosell