[Exégesis burlesca]
Nicanor Parra, el poeta chileno, transformó su falso epitafio en poema mediante un juego impertinente: convirtiéndolo en una imagen surrealista. Dibujó una cruz sin el Cristo y en lugar del título del rey de los judíos el emblema superior del madero lo sustituyó por un cartel hecho a mano que proclamaba: Voy&Vuelvo. No aspiraba a provocar un sacrilegio. Se conformaba con crear un artefacto poético: la poesía posmoderna se construye con objetos que cuestionan el lugar común. Me he estado acordando de esta broma irónica de Parra, el padre de la antipoesía, físico lírico, autor de los poemas más inteligentes que he leído en bastante tiempo, ahora que nuestro alcalde Zoido (Juan Ignacio) está por fin de regreso de donde –según su versión– jamás se fue. Tengan ustedes en cuenta que esto que digo no es una paradoja: es su versión de los hechos.
