Hace sólo seis días, cuando el Napoleoncito de Waterloo dijo que todos los pensionistas que viven en Cataluña “deberían cobrar más que cualquier otro jubilado” con el argumento de que vivir en el resto de España es “más barato”, ya podía atisbarse que, al final, habría un acuerdo, aunque fuera vergonzante, para sacar adelante el decreto ómnibus que la inexistente mayoría del Gobierno presentó –sin éxito pero con regocijo– en el Congreso. La afirmación de Puigdemont ilustra sobre cuál es la catadura moral de los socios del PSOE y Lo que Queda de Sumar, que son quienes (todavía) sostienen a Sánchez en la Moncloa y, dadas las circunstancias, condicionan la política española. Que sea un prófugo de la justicia –esto es: un perfecto cobarde– hace tiempo que ha dejado de ser alarmante. En el fondo, nuestra clase política ha descontado para siempre este elemento capital, cegada por la aritmética formal de las mayorías (que no gobiernan) y las minorías (incapaces de hacerlo).
Los Aguafuertes en Crónica Global.